Mensaje necesario

Isabel Coixet es una creadora que bordea lo pedante y lo pretencioso, y no siempre consigue evitarlo. Los propios títulos de sus películas son tan poéticos ( Cosas que nunca te dije, Mi vida sin mí ) que parecen poner en guardia al espectador que va al cine a entretenerse y no a dormir la siesta por cinco euros. La vida secreta de las palabras (otro rebuscado título) es, sin embargo, la mejor película de Coixet hasta la fecha. A pesar de encontrar en ella lo menos bueno de su directora, la historia tiene una media hora final excelente. Una enfermera acude a una plataforma petrolífera para cuidar a un convaleciente de un accidente y encuentra un microcosmos que cambiará su vida. La primera hora y media de película es parsimoniosa, se recrea demasiado en unos secundarios que no se implican realmente y, en definitiva, recuerda en exceso al peor y más cargante Von Trier (y eso que resume el accidente y la historia de Leonor Watling de forma genial). Sin embargo, cerca del final, descubrimos la razón de los silencios de la protagonista y por qué sus palabras han tenido una vida oculta. En definitiva, Coixet introduce un mensaje, tal vez incoherente con el resto de la película pero, tan contundente como imprescindible (el personaje de Julie Christie es real y el de la protagonista, desgraciadamente, también). Sarah Polley repite con Coixet tras su éxito anterior en Mi vida sin mí y vuelve a crear un gran personaje dramático. Tim Robbins, sin embargo, no parece el intérprete más adecuado en un complejo papel que consigue hacer hablar a los mudos... Mejorando con mucho su sobrevalorada película anterior, Coixet demuestra que puede hacer buen cine, ¿conseguirá ser menos pretenciosa y eliminar canciones que no vienen a cuento?