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Jodie Foster salva al filme de una apariencia ordinaria

Publicado por
Miguel Á. Fernández
León

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Alardea Jodie Foster de su exigencia hacia los guiones que acepta. Tanto, que pueden pasar amplios períodos de tiempo sin verla sobre una pantalla. Por eso desconcertaba su presencia en Plan de vuelo: desaparecida , en apariencia otra de catástrofes aderezada con suspense más o menos previsible. Pues resulta que eso es lo que hay en el filme, pero bien administrado, que no es poco. La actriz lo salva de su apariencia ordinaria, al tiempo que se aleja del cómodo filón del subgénero de catástrofes, con un suspense bien dosificado y de habilidad canónica. De paso anuncia a un director a considerar, Robert Schwentke, que aun consciente de facturar un producto industrial, le sacude las virutas del artificio para dejarlo en pieza digna, con una contundencia narrativa que nunca sobra. Foster es una ingeniera aeronáutica que viaja con su pequeña a bordo de un sofisticado E-474. Todo normal. El follón surge cuando la niña desaparece en medio de un vuelo Berlín-Nueva York, y ni la tripulación ni los pasajeros creen a la madre cuando denuncia la ausencia. Una de dos, o la madre delira o realmente ocurre algo extraño. Hasta ese momento, Schwentke administra tiempos, gestos y miradas con impecable corrección, calentando el ambiente al mejor modo Hitchcock (el referente más directo sería Alarma en el expreso ). No era fácil porque el espectador vio como ambas mujeres accedieron al avión. Lo consigue manejando espacios, controlando ritmos, soltando indicios con la cadencia suficiente para alimentar un suspense reforzado por intermitentes flash back en torno a la muerte previa del esposo/padre, cuyo ataúd viaja en el mismo avión. Y el guión informa sobre cuánto cambiaron las cosas desde el 11-S. «DESAPARECIDA»: dir: Robert Schwentke. Int: Jodie Foster, Peter Sarsgaard, Erika Christensen. 96 minutos.

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