Lúcida polémica

Cuando Spielberg renuncia a hacer cine de Spielberg, es un gran cineasta. El de Munich , película para la discordia que ni satisface a judíos ni a palestinos pero golpea al espectador en el estómago para noquearle después con un gancho al mentón. A un lado su impecable factura, que no es cuestión de pasta como suele despacharse con simpleza (pasta la tienen muchos y realizan bodrios a patadas?) sino de talento visual y narrativo (que pocos lucen), con sus referencias al género de espías de los sesenta y setenta, e incluso a Hitchcock, de Munich interesa su reflexión sobre el terrorismo. El de los palestinos al provocar la matanza de septiembre durante las Olimpiadas de 1972 y el del gobierno israelí al promover la Operación Cólera de Dios, acción de exterminio ordenada por la primera ministra Golda Meir contra los inductores y responsables de la masacre. En medio, el judío norteamericano, Steven Spielberg, al que algunos correligionarios ya califican de traidor, y que no deja indiferente. Detrás de la peripecia del agente Avner, que según realiza su misión, se plantea dudas que sus superiores del Mosad no resuelven, hay un tipo en crisis. Como también en la parte palestina. Al crítico no corresponde entrar en lecturas sino destacar los mimbres utilizados por el cineasta para culminar un filme que deja mal cuerpo a base de secuencias magistrales. Desde la conversación del propio Avner con un palestino al que luego matará, como el asesinato de una prostituta que camina tambaleante hasta desplomarse cuando una bala le impide respirar. O las vacilaciones del propio Avner para apretar el gatillo. Como las ambigüedades de sus propios superiores. Munich llega cuando las relaciones palestino-israelíes están al rojo, y de eso se beneficia. Pero al contrario de la simpleza propia del cine de tesis norteamericano, liso como el mármol pulido, Spielberg advierte. Cada cual saque sus conclusiones. «MUNICH»: Director: Steven Spielberg. Intérpretes: Eric Bana, Daniel Craig, Geoffrey Rush. Drama.