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La artista leonesa Ana Cristina Martínez

Publicado por
Enrique Rueda
León

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Hace tiempo que nos tiene acostumbrados Ana Cristina Martínez a poner un pie en atributos que corresponden a un discurso posminimalista para inmediatamente salirse e ironizar o jugar con elementos nuevos. En definitiva, forma ya parte del lenguaje de esta artista su predilección por reinventarse prácticamente en cada nuevo proyecto que aborda. En esta ocasión regresa a su vertiente más fría, al menos en su presentación formal. No así en lo que se refiere al título que da a la instalación: Casitas. Con él pretende, en cierto modo, aliviar la excesiva rigidez del material y el distanciamiento que plantea al espectador con un toque sutil de ironía. No podemos olvidar que el material utilizado para esta obra recupera el que ya utilizó para su trabajo Apaga la luz en el hall de la facultad de Filosofía y Letras. En aquella obra, toda la facultad fue oscurecida por dos enormes lonas de material plástico que hoy han sido liberadas, se ha recuperado la luz a través del uso del mismo material en las particulares construcciones que presenta en esta obra. Nada en el discurso de esta artista sucede de manera casual. El título, el material y el proyecto resultante son siempre el resultado final de un cuidado trabajo conceptual. De ahí que cualquier consideración a este respecto nunca sea desdeñable al reflexionar en torno a la obra de esta artista. Si está en la filosofía de los espacios vacíos que cada intervención tiene que estar conceptualmente vinculada con el proyecto expositivo siguiente, Casitas es, sin duda, la obra que mejor ha predispuesto al espectador para lo que va a ver en la siguiente exposición. Podríamos decir que en esta ocasión, de algún modo, esta obra prefigura el proyecto de Adrian Tyler. Lo que plantea Ana Cristina Martínez sería una posibilidad, un marco para el proyecto de Tyler: su esencialización. Habría que destacar, por otro lado, cómo en esta ocasión la artista se mantiene fiel a la idea que ha desarrollado en todos estos proyectos para los espacios vacíos, en los que presenta siempre un recorrido al espectador. En esta ocasión se manifiesta en un corte entre dos espacios de la galería, lo que obliga al visitante a recorrer todo el lugar para encontrarse con un bosque de estructuras invertidas. Algo que entronca con la línea más distante, fría y esencialista propuesta para esta intervención.