Diario de León

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Beirut mon amour

Niños palestinos en la sede de la ONU en Beirut

Niños palestinos en la sede de la ONU en Beirut

Publicado por
Julio Castro
León

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Un buen día, al llegar a su casa, Tomás Alcoverro decidió llamar al timbre en lugar de usar su propia llave, como habría sido lógico. Un ama de casa rodeada de críos le abrió la puerta con una amplia sonrisa. «¡Don Tomás, sea usted bienvenido! Le hemos reconocido por las fotos, las de los álbumes... Pero no se quede ahí, hombre: pase, pase. ¿Quiere tomar algo?» Tanta cordialidad y desenvoltura no procedía, obviamente, de la asistenta, sino de la cabeza de una familia que, aprovechando su ausencia, se había instalado en su domicilio. Ocurrió en Beirut, la ciudad a la que este periodista catalán llegó en 1970 y que sólo a regañadientes ha querido abandonar desde entonces. Al menos, la familia, refugiados de la terrible y surrealista guerra civil de El Líbano, le cuidó el apartamento y convino en devolvérselo a su legítimo propietario en un plazo breve. No todos pudieron decir lo mismo. Hoy, el corresponsal de La Vanguardia rememora la anécdota con cierta ternura y la emplea para dar una somera idea de lo que significa vivir en esta urbe, mediterránea y oriental, «pólvora y jazmín», en su libro El decano , que reúne algunas de las mejores crónicas de su dilatada trayectoria. De Beirut a Bagdad, como reza el subtítulo, Alcoverro lleva más de treinta años intentando explicar a sus compatriotas el laberinto de Oriente Próximo, es decir, «lo que no se aprende en los libros». En El decano , los bombardeos nocturnos estremecen al lector, mientras las balas de los francotiradores silban sobre su cabeza, cumpliendo, como dice este barcelonés, con la principal premisa de André Breton: El acto surrealista supremo es salir a la calle y comenzar a disparar a cualquiera sin razón alguna. «El día que no había bombardeos por la noche, el día que salías a la calle y nadie disparaba, la gente se perdía. Era como si le hubieran quitado la rutina, se desconcertaba y no sabía qué pensar». Alcoverro no ha estimado conveniente elegir «entrevistas ni definiciones políticas grandes.

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