Suena el teléfono

El pozo es otra vuelta de tuerca aplicada a la rosca de Llamada perdida , una película japonesa de teléfonos móviles que avisaban a sus propietarios de la llegada inminente de la muerte. Tiene gracia que en la tierra de los teléfonos horteras y tuneados con flores, ositos y luces de colores, alguien imagine una historia tan perversa: el oráculo se esconde en el adminículo más presente y cotidiano. En esa línea, hay una secuencia brillante en la que la protagonista atraviesa las intransitables calles de Tokio rodeada de cientos de personas que hablan por sus teléfonos celulares, mientras la pista sonora se llena de una agobiante sinfonía babélica de conversaciones. Pero ahí se acaba lo estimulante. La industria del cine de terror nipón va tan a piñón fijo como la yanqui. Todo lo demás es una decepción. Desde los créditos iniciales, que los distribuidores españoles ni se han tomado la molestia de subtitular, hasta un final idéntico a, como mínimo, dos de las más recientes películas de fantasmas japonesas. De poco sirve la prodigiosa capacidad narrativa del director, que nos lleva en pocos segundos desde un girasol hasta el ojo de la protagonista y a su lentilla mojada por la lluvia. «Dicen que cuando llueve, las almas de los muertos caen a la tierra», asegura una tierna niñita. Pero los fantasmas y los muertos están, en la práctica, en la pantalla; en realidad son los personajes planos, inexistentes, que pueblan la película. Un policía y una periodista que tienen el entusiasmo de autómatas, jovencitas levemente asustadas en micro pisos y ectoplasmas contorsionistas que pasean a espaldas de los vivos. Nada nuevo que no conozca el seguidor del terror nipón. Eso sí, descubrimos que la tradición sigue pesando, y mucho: los japoneses incluso se quitan los zapatos para entrar a investigar en casa ajena y ¡se los vuelven a calzar para huir! «EL POZO»: Dirección: Rempei Tsukamoto. Intérpretes: Mimula, Yu Yoshizawa, Renzi Ishibashi, Haruko Wanibuchi, Peter Ho, Asaka Seto. 105 min.