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La saga de los Machado
Decimos «los Machado» y pensamos en los poetas Antonio y Manuel, incorporados a la memoria colectiva, presentes en manuales de literatura y protagonistas de estudios y tesis doctorales. Pero el influjo de los Machado en las letras españolas es más extenso y antiguo. En esta familia andaluza hubo además de poetas, dramaturgos y folcloristas, científicos, catedráticos o pintores que jugaron un papel destacable en nuestra cultura durante los siglos XIX y XX. Así se pone de manifiesto en el ensayo de Enrique Baltanás Los Machado. Una familia, dos siglos de cultura española que ve la luz al amparo de la Fundación José Manuel Lara, comprometida en el empeño de biografiar a las figuras más señeras de la cultura andaluza. Calibra y analiza Baltanás a lo largo de casi quinientas páginas la trascendencia para nuestro progreso cultural de una familia que a lo largo de tres generaciones brilló no sólo en la poesía y la literatura y en la que la obra de Antonio Machado, el más conocido, leído, traducido, y apreciado popularmente sería fruto y corolario de una intensa tradición cultural. En un esfuerzo de síntesis y eludiendo el modelo de una biografía al uso, Baltanás se remonta los orígenes de esta familia sevillana y analiza su evolución en el contexto de las corrientes científicas, humanísticas, políticas y literarias que marcaron a cada uno de sus miembros. Unos Machado a los que Baltanás pone a dialogar con figuras clave de su tiempo, como Giner de los Rios, Unamuno, Rubén Darío a Juan Ramón Jiménez. Una familia en la que hubo personajes menos conocidos como Francisco -que regresó del exilio a su puesto de funcionario de prisiones en pleno franquismo-, o Joaquín y el pintor José Machado -muertos ambos en el exilio- o la abuela Cipriana Álvarez Durán. Nacido en 1815, Antonio Machado y Núñez, abuelo de Antonio y Manuel, gobernador de Sevilla y rector de la universidad hispalense, es la primera cuenta de este brillante rosario familiar. Catedrático de ciencias naturales, fue el introductor en nuestro país de las teorías evolutivas de Darwin. Su hijo, Antonio Machado y Álvarez, sería el precursor de los estudios sobre el folklore de nuestro país. Popularmente conocido por su seudónimo de Demófilo, su trabajo sería decisivo tanto para la poética de su hijo Antonio como para la labor de su hermano, el folclorista y también poeta Manuel. «Sin los Machado no podríamos entender la tradición progresista y la cultura española de los siglos XIX y XX. Su impenitente humanismo y su obra han acompañado y alumbrado hasta hoy a varias generaciones de lectores que hallaron en ellos ejemplo y aliento», sostiene Enrique Baltanás. «El siglo de los Machado es el de la aventura liberal que quebró su vuelo azotada por los fuertes vientos que soplaban del este y del oeste». Prologa el libro el poeta, narrador y ex director del instituto Cervantes Jon Juaristi, que compara a los Machado con otras grades familias de letras de su época: los Baroja, los Maeztu o los Ortega.