Cine palomitero

Decía Samuel L. Jackson que la principal razón por la que aceptó hacer Serpientes en el avión fue por la estúpida obviedad del título. En efecto, la absoluta falta de pretensiones de esta película es la baza con la que pretende jugar el director para ganarse al público. Sin ningún reparo en la verosimilitud, el guión pretende hacernos creer que a un malo malísimo no se le ocurre más, para acabar con un peligroso testigo, que llenar un avión comercial de serpientes de todo tipo. Aunque los ofidios tardan una media hora en aparecer, cuando lo hacen cumplen con todo lo previsible: desde su simbología sexual hasta sus terribles ataques con veneno o sin él (sí, también hay anacondas). El guión se nutre también del género del cine de catástrofes, con todos los tópicos que caben esperar. Hasta la legendaria frase de «¿alguien sabe pilotar un avión?» aparece, con no poca guasa. Y es que eso contribuye a salvar la película: el humor. Sin llegar a los extremos de aquella obra maestra a reivindicar que era Aterriza como puedas, Serpientes en el avión se ríe de sí misma, se ríe de sus personajes y, saludablemente, hasta de las convenciones de Hollywood (el perrito, la estrella musical...); con decir que el papel de hispana-con-niño lo hace la rubísima Elsa Pataky... Un humor que, sin embargo, no permite que valga todo y es que, sin necesidad de buscarle tres pies a la serpiente, la resolución final es completamente ridícula (y no hablo del aterrizaje de los pasajeros sino del de las serpientes...). En cualquier caso, cine palomitero sin más, lo cual no es poco teniendo en cuenta otros pretenciosos discursos que pretenden filosofar olvidándose de entreten «SERPIENTES EN EL AVIÓN». Estados Unidos. 2006. Director: David R. Ellis. Intérpretes: Samuel L. Jackson, Elsa Pataky, Lyn Shaye, Julianna Margulies, Nathan Phillips . Thriller, terror. 109 minutos.