La fe en lucha contra el azar

En esta película de ciencia-ficción sobre un inmediato futuro imperfecto, el factor humano tiene más importancia que los efectos especiales. Algo así como un Blade Runner de pobres, pero menos conceptual que Código 46 . Sin el diseño de Fahrenheit o Zero pero con la transparencia de La muerte en directo . Hijos de los hombres comienza en el Londres del 2027, cuando la televisión orwelliana difunde la muerte del humano más joven, un chico de 18 años. Hace ya 19 que una extraña enfermedad dejó infértiles a todas las mujeres del mundo. La anunciada desaparición de la Humanidad convierte a Gran Bretaña en un campo de refugiados donde se eliminan cientos de miles de inmigrantes mientras se acumulan las obras de arte rescatadas de países más incivilizados como España o Italia. El protagonista, Clive Owen, es un ex activista entregado a la desidia que vuelve a creer después de la derrota. Su amigo, un excéntrico Michael Caine, que cultiva marihuana con sabor a fresa, le define: «Su fe perdió contra el azar». Una frase que define a la perfección esta pequeña y errática película. El momento de la revelación, cuando Owen descubre a la chica africana desnuda y embarazada, en un travelling de anunciación plena, es para el recuerdo, gracias en buena parte a la exótica y sensible encarnación de Claire-Hope Ashitey, una joven actriz casi desconocida que vuelve a lucirse cuando la «sagrada familia» atraviesa el campo de batalla, paralizando a los contendientes. Lo peor de la película está sin embargo en un reparto de secundarios poco cuidado, casi caricaturizado, pésimamente dirigido y doblado. Este problema se extiende a unos movimientos de masas apocalípticos que casan mal con el espíritu, en el fondo minimalista, de la cinta. «HIJOS DE LOS HOMBRES»: G.B.-EE.UU. Director: Alfonso Cuarón. Intérpretes: Clive Owen, Julianne Moore, Michael Caine, Claire-Hope Ashitey. 109 min.