El tío Oscar

Un año más, se han otorgado los premios más importantes de l a industria del cine. Tras las pertinentes listas estadísticas y marujeo sobre el corte y confección, conviene apuntar una reflexión más: ¿qué le pasa al cine? ¿Alguien duda de que Infiltrados sea un Scorsese muy menor, a años luz del de Taxi Driver ?; ¿es Babel mejor que Amores Perros o 21 gramos, las anteriores y casi idénticas películas de González Iñárritu?; y, la más gorda, ¿se imaginan a Bustamante o Bisbal ganando un Goya como «actores»?, pues eso ha hecho Jennifer Hudson, derrotada en su «operación» pero ¿triunfadora? en el cine con Dreamgirls. Por hacer memoria y sin ánimos de ofender, en 1940 competían por el mejor director: Cukor, Wyler, Hitchcock y lo ganó John Ford. Como actores y actrices aparecían Chaplin, Fonda, Stewart, Olivier, Bette Davis, Joan Fontaine o Katharine Hepburn. Antes de que nos llamen antiguos, si saltamos veinte años, en 1960, entre las películas finalistas estaban Espartaco de Kubrick, Psicosis de Hitchcock o El Apartamento de Billy Wilder. El puente sobre el río Kwai , Patton, El Padrino o, más recientemente, Sin Perdón o El paciente inglés han mantenido el nivel esporádicamente que, en años anteriores, como se ha visto, una sola edición contaba con suficientes obras maestras como para llenar deuvedetecas. Se han perdido salas y espectadores pero la gente cada vez ve más cine en su casa. Si repasan los títulos del párrafo anterior concluirán que se podría pagar cinco euros por verlos en pantalla grande pero, el cine actual, ¿merece estos precios? A este paso, el Oscar más merecido seguirá siendo el honorífico. Este año, todos en pie para loar a un genio de la música: Ennio Morricone.