| Crítica | Cine | «EL VELO PINTADO»
Amor claustrofóbico en China
El tono visual no es nuevo, porque cuando los equipos occidentales asoman a China y a otros parajes asiáticos, raro es el director de fotografía que no cae en la tentación de mostrar un río de aguas mansas para meter a los protagonistas a bordo de un barquito y sacarlos acompañados de los reflejos del sol o la luna. El velo pintado no podía ser menos, que para algo John Curran tiene formación como diseñador gráfico, artista e ilustrador, además de dedicarse a realizar spots, cortos o clips. Aún así, resulta un filme anacrónico por su tema, como antiguo, la historia de una pareja en crisis que viaja a la China del sur en los años veinte, para intentar restablecer sus heridas sentimentales mutuas, mientras él planta cara a una plaga devastadora que afecta a la población de la aldea. Ella le fue infiel semanas antes en Londres. Después de recorrer casi 8.000 kilómetros en busca de localizaciones, la zona elegida fue Guangxi, en la China meridional y ahí transcurre El velo pintado , versión de la novela de Somerset Maugham que se ciñe al cine romántico más canónico aunque en clave moderna, con unos aportes minimal (en diálogos, miradas...) que aportan evidente interés. Al parecer, el propio Edward Norton, coproductor que aporta parte de los casi 20 millones de dólares de su coste, interviene por costumbre en los guiones de sus películas. No es un mindundi, es un licenciado en Historia por Yale, que suele elegir sus proyectos y estar bien presente aunque sea en la sombra. Aparte la historia de amor, más o menos previsible, o el trasfondo político apenas esbozado, John Curran dota al filme de atmósfera a base de silencios y de diálogos ajustados. Realmente es claustrofóbico, con Naomi Watts confirmándose como actriz versátil, con un rostro y un físico que recuerdan al cine clásico. 1397124194 «EL VELO PINTADO». Drama | Director: John Curran. Intérpretes: Edward Norton, Naomi Watts, Liev Schreiber.