Estrellas en paro

En una de las secuencias del filme, un tipo que espera para ver al ejecutivo de uno de esos grandes conglomerados que manejan el cine y la televisión norteamericanos se pone a desgranar la lista de supuestas «brujas» -así las llama él- que hoy resultarían «veneno para la pantalla» en cualquier proyecto destinado al éxito: Sigourney Weaver, Cher, Jessica Lange, Susan Sarandon, Sally Field... Todas ellas estupendas actrices maduras a las que el Hollywood actual ha decidido jubilar antes de tiempo. Michelle Pfeiffer formaría parte seguramente de esa lujosa nómina de estrellas en paro, si no fuera la protagonista de esta comedia que, por debajo de su tópico desarrollo y su voluntad de no ir mucho más allá de lo que algunos de sus políticamente incorrectos diálogos sugieren, lanza algunos certeros dardos sobre la manera en la que hoy se rige el negocio audiovisual, y su complicidad en la construcción de una sociedad basada en la apariencia, en la que lo peor que le puede pasar a una persona no es el hecho natural de envejecer, sino el mucho más grave de no tener dinero para pasar por el quirófano e intentar maquillar las señas del paso del tiempo. El personaje que interpreta Michelle Pfeiffer produce y escribe guiones para esas estúpidas soap operas de adolescentes en las que ellas lucen tipito con unos pechos enormes, ellos parecen subnormales y el mayor conflicto consiste en descifrar qué ponerse para asistir a la siguiente fiesta, que bien podría ser la clase de química de mañana mismo. Ninguna de las tontas actrices, ni del joven personal de apoyo que trabaja para el estudio, puede entender cómo es posible que el actor más mono y simpático de la serie (Paul Rudd) se sienta atraído hacia la productora, que casi podría ser su madre. En principio, sólo hay un par de razones que lo explicarían, el dinero o el poder, los mayores afrodisíacos; pero puede haber otros valores más sólidos, quizá esos que algunos definen como inteligencia, experiencia y sentido del humor, y la película identifica de manera más abstracta con el amor. «EL NOVIO DE MI MADRE»: EE. UU. 2007. Dirección: Amy Hackerling. Intérpretes: Michelle Pfeiffer, Paul Rudd, Tracey Ullman. Comedia. Duración: 97 minutos.