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Publicado por
Miguel Anxo Fernández
León

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Aún admitiendo que Len Wiseman se haya metido a La Jungla 4.0 como el examinando que busca el aprobado con un temario del todo ajeno ( Underworld y Underworld: evolution ), el resultado le confirma alumno chapón con habilidad suficiente para no parecerlo. Seguramente se metió un atracón de thriller estilo años setenta, además de haberse devorado la trilogía previa de McClane , para asimilar las características del personaje y de la propia serie. Como ocurre con las franquicias ( Bond o Bourne), el espectador ya conoce las claves antes de sentarse en su butaca. Sabemos que alguien tocará las narices a McClane y que a la pregunta de «¿Algún problema?», lo solucionará provocando cuantiosos gastos al erario público aunque eso al guionista le importa un pimiento. Hagamos recuento de destrucciones: un helicóptero, un avión de combate, un tráiler, varias docenas de coches, algunos cientos de metros de autopista, una planta generadora, y, naturalmente, unos cuantos cadáveres. Es que sin esto, ¿McClane sería manteca? Como es fácil suponer, cualquier mortal aún trabajándose músculo en el gimnasio y asistiendo a cualificados cursos de defensa personal y manejo de armas, habría palmado varias veces de pasar por cuanto pasa McClane. Pero a nadie le importa, porque su saga no opta por el realismo sino por el thriller fantástico en el que ese ingrediente forma parte del lote, bien sazonado con chispas de humor. Todo servido a ritmo endiablado, como si el público fiel al personaje se chutara adrenalina en dosis de elefante. Eso si, suavizando el catálogo de tacos. Wiseman cubre expediente con nota gracias al entusiasmo de Bruce Willis.

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