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Seve Trapiello, un clásico de la pintura leonesa

Publicado por
Marcelino Cuevas
León

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El pintor Seve Trapiello ha planeado sobre la ciudad de León descubriendo un mundo diferente, poblado de tejados rojos y torres majestuosas. Un paisaje que, además, tiene en muchos casos el añadido blanco de un manto de nieve. Para consuelo de muchos, no penetra el artista leonés en lo profundo de la ciudad como haría el Diablo Cojuelo, se conforma con retratar de forma puntillosa y exacta la realidad de una ciudad que, vista desde el aire, aún no ha perdido su encanto. La perspectiva lejana impide que las aberraciones urbanísticas cobren protagonismo y arruinen su belleza. Es la suya, pues, una ciudad encantada, silenciosa, bañado por la luz dorada de un frío sol invernal. Pero hay más: el artista, en la exposición que estos días presenta en la galería de arte Bernesga, ofrece también un amplio muestrario de flores. En ella se muestra Trapiello como un encendido defensor de lo más hermoso de la naturaleza. Sus flores tienen emoción, están pintadas con el mismo sentimiento que uno emplearía para retratar a su mejor amigo. «En todo un año hay tiempo de pintar varios temas», dice el artista¿ y lo demuestra, porque cuando llegan los primeros atisbos del verano, con los primeros calores, el pintor coge su caballete y se planta en plena naturaleza para, desde dentro, pintar unos hermosos paisajes con árboles difuminados por una niebla muy especial, que son todo un homenaje al mejor romanticismo. Vuelto al silencio de su estudio, se encarga el pintor de trasladar al lienzo rincones llenos de misterio y de encanto. Son los lugares en los que vive, esas perspectivas cotidianas que a la mayoría no le dicen nada, pero que el artista, con especial sensibilidad, convierte en escenarios llenos de magia. Trapiello se ha convertido en un clásico de la pintura leonesa. Es muy difícil llegar a tener un dominio tan absoluto de la pintura con mayúsculas. Y más difícil aún hacer unos cuadros que pueden gustar tanto a los entendidos como a los neófitos. Sus trabajos están más allá de las modas, tienen una enorme carga de belleza, de ternura, de emociones. Sus pinturas pueden contemplarse una y otra vez sin que la mirada se canse, porque guardan muchos secretos. Panamá, México, Guatemala, Florencia, El Salvador y la mayoría de ciudades españolas han sido testigos de su trabajo, en todo el mundo se celebran los cuadros de este pintor que, desde su estudio de la Sobarriba, nos sorprende cada año con pintura de verdad. Horario: de lunes a viernes de 12.00 a 13.30 y de 18.00 a 21.00. Sábados de 12.00 a 14.00 y de 19.00 a 21.00. Calle Roa de la Vega, 8.