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Díaz compone en sus obras sutiles juegos con la luz y el color

Publicado por
Marcelino Cuevas
León

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Tiene que ser un castigo dibujar y pintar con la calidad que lo hace Juan Díaz y querer progresar en la senda de la abstracción. Las acuarelas milagrosas de este gran artista no le bastan, creo que siente un cierto complejo, que le parece que lo que hace es demasiado antiguo, y por ello intenta sus pinitos en la abstracción, y hay que constatar que también lo hace maravillosamente, aunque sin alcanzar lo excelso de sus paisajes al agua. Juan Díaz nació para el arte con el chip de Venecia en su memoria, los angostos canales le sirven para realizar unos increíbles cuadros verticales en los que los reflejos de las sucias aguas forman contraste con las agudas proas de las góndolas. Y, por otro lado, las aguas abiertas, las playas del Lido, se convierten en interminables panorámicas apaisadas en las que el cielo y el mar se unen en una delicada lengua de arena. Pero Juan Díaz pretende llegar más lejos, no le basta con estas trasposiciones de la realidad al papel, y se ha inventado una conjunción mágica entre la realidad y la fantasía. «En esta exposición -explica- la novedad son unos dípticos que representan un callejón de Venecia. En una de sus partes, la vertical, representó la ciudad de una forma totalmente figurativa. Mientras que en la parte de mayor tamaño lo que hago es copiar las texturas de uno de los muros de ese canal, la herrumbre, los desconchados¿ Lo que intento es que convivan lo figurativo y lo abstracto, porque estoy de acuerdo con las dos tendencias, quiero evitar la dicotomía, esa lucha entre uno y otro. Creo que he conseguido que convivan la figuración y la abstracción y, a su vez, la acuarela y el óleo, que es otra de mis luchas desde hace años. Pienso que la acuarela no es la hermana pobre, el artista se puede expresar con la misma riqueza con cualquier medio». Las obras que este pintor presenta en la galería Lancia nos muestran los sutiles juegos que el artista realiza con la luz, cómo es capaz, con sólo unos mínimos trazos, de crear la sensación de realidad, cómo con unas sencillas pinceladas consigue mostrar al espectador la emoción que esconde cada paisaje. Son las suyas acuarelas minimalistas de enorme belleza, en las que la mirada del pintor nos descubre mundo ignorados, pero que están ahí, latiendo, esperando que alguien las revele. El pintor tiene también un contenido teórico en sus obras. «El lenguaje que utilizo, las tribuna que es la pintura, sus formas, son solamente una manera de exteriorizar lo que, con el devenir de la vida, he ido interiorizando. En este sentido he querido estar por encima de las modas del momento, haciendo caso omiso a lo que me dictan. Un paisaje, una nube, una playa, son algo más que un mero encanto decorativo, son algo más que un momento encontrado, más que algo simplemente bello». . Horario: de lunes a viernes, de 12.00 a 14.00 y de 18.00 a 21.00. calle Gil y Carrasco, 1, 1º izquierda.

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