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Publicado por
Israel Arias
León

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Javier Bardem lo hubiera tenido mucho más crudo para convertirse en el primer actor español en conseguir un Oscar si en lugar de estar nominado como mejor actor de reparto, lo estuviera como mejor intérprete protagonista. Y es que en esta categoría la preciada estatuilla tiene ya un indiscutible dueño: Daniel Day-Lewis. El actor londinense, ganador del Globo de Oro y reciente ganador del Bafta, es el rotundo y absoluto protagonista de Pozos de ambición , una cinta que llega a los cines españoles este fin de semana precedida de un apabullante palmarés en el que destacan sus ocho nominaciones al Oscar, entre ellas mejor película, director, guión adaptado y, por supuesto, mejor actor. Con el petróleo como caldo de cultivo, en Pozos de ambición se mezclan intrigas familiares, religiosas y económicas a partes iguales creando una suerte de denso estofado cinematográfico con aroma a clásico en el que el ingrediente fundamental, que prácticamente deja en nada el resto de sabores, es la magistral interpretación del ya oscarizado Day-Lewis. Dirigida por Paul Thomas Anderson ( Magnolia , Boogie Nights ) y basada en la novela de Upton Sinclair Petróleo , escrita en 1927, el filme se rodó en Marfa (Texas), la misma localidad donde hace décadas se filmó Gigante , la legendaria película del mítico James Dean. La historia está ambientada en el boom del petróleo que se vivió en la frontera de California a principios del siglo XX y relata la épica historia de Daniel Plainview (Day-Lewis) que pasa de ser un pobre y mísero minero que cría a duras penas a su hijo a convertirse en un poderoso y adinerado magnate gracias al oro negro. Fue un misterioso soplo el que hizo cambiar la suerte de Plainview, quien descubre la existencia de un mar de petróleo bajo la tierra de un pequeño pueblo del oeste, Little Boston. Y hasta allí viajará con su hijo (Dillon Freasier), hasta un pueblo polvoriento cuyo centro neurálgico es la iglesia pentecostalista del carismático pastor Eli Sunday, al que da vida Paul Dano (el adolescente de Pequeña Miss Sunshine ). Pero a medida que el petróleo va haciendo a los Plainview cada vez más ricos, también los cambia, y el pueblo evoluciona con ellos. La codicia, la corrupción y las mentiras trufan la existencia de la familia del magnate y del antaño tranquilo y ahora adinerado pueblo, diluyendo en la opulencia valores como la fe, la esperanza, el amor y el trabajo.