Diario de León
Publicado por
Enrique Rueda
León

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Entre las múltiples situaciones que recoge Freud capaces de producirnos el sentimiento de lo ominoso, de lo siniestro, una de las más importantes se encuentra en las vivencias de lo reprimido en el ámbito familiar. Christoph Burstscher presenta en esta exposición un remake de una serie de fotografías sobre su familia tomadas en su infancia. Algunas de ellas presentan con incuestionable inmediatez la imagen de aspectos de lo más íntimamente familiar, y traslucen una sensación de apatía e indiferencia en los rostros de los personajes, sobre todo aquellas que pertenecen a la noche de Fin de Año. No se trata de la presentación de un drama, ni de la recreación de una situación conflictiva en particular, sino más bien de lo que se cuela de manera inconsciente en el espectador y que puede hacer pensar en la falta de comunicación dentro de un escenario no especialmente exultante. Quizá todo sea producto de la traducción literal de la visión de un niño, o que sea precisamente esa literalidad la que permite que se muestre la realidad tal y como fue, más que como fue vivida. En este sentido, sí se podría establecer una relación lejana con la visión freudiana de lo siniestro. En cualquier caso, no se puede afirmar con rotundidad que el artista fuera consciente de todo ello a la hora de plasmar ese sentimiento dentro de su propio ámbito familiar, más bien parece el fruto de un juego y de un deleite infantil que resultó ser la plasmación estética de lo que el sentimiento de lo ominoso freudiano puede establecer en el imaginario común. El artista rescata para la exposición una serie de textos que de algún modo subrayan los sentimientos que se transmiten en las fotografías, ya que aluden con rotundidad y sin ambages a las circunstancias que vivió su familia: el trabajo del padre, la hora de levantarse¿ Llega incluso a afirmar que no se llevaban bien. Al valorar la obra del artista, tampoco debemos olvidar que representa un punto de vista actual sobre la antigua mirada de lo que supuso su familia. Esto significa que, desde la nueva perspectiva, entran nuevos elementos, como son la ironía y el hecho de que lo que entonces ya fue una observación poco inocente se convierta en un análisis nada ingenuo sobre sus vivencias. La idea de extrapolarlas al espectador para que cada uno valore según su experiencia lo que éstas significaron para el artista es el principal empeño de Burstscher. Horario: de lunes a viernes de 17.30 a 21.00, sábados de 12.00 a 14.00. San Lorenzo, 2.

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