Casi grande...

Con menos de diez películas Isabel Coixet se ha hecho un sitio entre los creadores españoles más importantes, aunque no ha llegado todavía a tener un gran éxito de público. Escenas muy intensas, buenas líneas de diálogo, grandes interpretaciones... pero sus películas no terminan de ser geniales. Mi vida sin mí o La vida secreta de las palabras contienen momentos muy hermosos pero la afectación de la directora, su pedantería con planos innecesarios o el constante subrayado de obviedades melodramáticas terminan por castigar al conjunto. Elegy es la historia de un maduro profesor universitario (gran Ben Kingsley, como siempre) que, con cierto cinismo, vive aventuras con sus alumnas sin demasiado reparo, hasta conocer a Consuela (Penélope Cruz), con la que sentirá algo más... Coixet adapta la novela El animal moribundo de Philip Roth y trata de sustituir la carnalidad de la misma por el sentimiento y el arte. Y, una vez más, he ahí el problema. Coixet parece perderse en miradas vacías, escenas con diálogos superfluos o líricas imágenes que poco aportan más que tópicos manidos (la lluvia y las hojas caídas parecen salidas de Love Story ). La película además abarca demasiado: la vejez, la inmadurez, el miedo al compromiso, las relaciones padre-hijo... por lo que no puede profundizar. Sólo las conversaciones entre Kingsley y su amante Patricia Clarkson bucean con acierto reflexivo en el tema del paso del tiempo. Un final más que previsible permite a Coixet acercarse a otro de sus temas favoritos... que no revelaremos. Sigue esta directora sin hacer una gran película aunque ella parece creerse cada vez mejor (rueda en inglés con estrellas internacionales, es colaboradora de Zapatero... y hasta a él debió abochornar esa alusión explícita a la «Alianza de Civilizaciones»). Sin embargo, su ritmo lento y sus diálogos algo elitistas no son para el gran público. ¡Menos mal que ya queda menos para Indiana Jones !