Lo fantástico es lo real
El escritor leonés José María Merino, junto a los también literatos Carmen Posadas y Gustavo Martín Garzo, reivindicaron ayer a la literatura fantástica como la literatura más realista porque «habla desde el interior» de uno mismo. Los tres participaron en una mesa redonda en la 41ª Feria del Libro de Valladolid. Para Martín Garzo, la literatura fantástica «no nos aparta del mundo, sino que ahonda más en lo real» ya que hace que «nos adentremos en las zonas más desconocidas de la realidad». «Nuestra vida no cabe enteramente en la razón», aseguró el autor de La princesa manca (1995) o Historias de Marta y Fernando (1999), antes de considerar que hay zonas «donde la razón no llega, lo que no significa que no estén en nosotros». En este sentido, el novelista leonés y académico de la Real Academia de la Lengua Española José María Merino afirmó que la fantasía «releva, en ocasiones a la ciencia y a la razón». «La literatura fantástica crea arquetipos de cosas que nos afectan profundamente y de elementos que están dentro de nosotros», subrayó Merino, quien cree que el género de terror «profundiza y ahonda en aspectos sencillos que son más complejos que la realidad». La escritora Carmen Posadas, premio Planeta en 1998, destacó que la literatura fantástica es «el lugar donde se desarrollan los sueños». «Todo aquello que no nos atrevemos a poner en el mundo real lo ponemos en la fantasía», explicó la autora de Pequeñas infamias (1998). a Posadas «le interesan más los monstruos de verdad» como «el monstruo de Austria» que los monstruos de la fantasía como Drácula o el hombre lobo. En este sentido, el mundo fantástico «es muy agradecido» ya que se olvida «de estos monstruos de verdad y se centra en los monstruos simpáticos», opinó la escritora, que también ayer presentó en la feria vallisoletana su último libro, Hoy caviar, mañana sardinas , escrito junto a su hermano Gervasio. Posadas señaló que la fantasía cumple con la función de ser «la vacuna para el horror de la vida» y criticó que las tramas de los cuentos infantiles «se hayan cambiado» porque servían para «prepararnos para ese horror». Todos ellos participaron, junto a otros cinco autores, en el libro Drácula que recoge una serie de relatos inspirados en el vampiro.