Acción frenética
Dejando atrás los introspectivos trabajos de su época dorada, Liam Neeson rubrica su declive con Venganza , un thriller con el sello francés de Luc Besson que, aunque despliega una acción frenética, se sostiene sobre un armazón argumental raquítico. El director que estilizó la acción de El quinto elemento (1997) o León (El profesional) (1994) escribe ahora el guión para uno de sus alumnos aventajados, Pierre Morel, pero en él no incluye sino nimias excusas para justificar el despliegue coreográfico de los enfrentamientos cuerpo a cuerpo. ¿Cuál es la excusa moral para que el protagonista no deje títere con cabeza? El instinto animal de proteger a la camada y, en esta ocasión, es el padre encarnado por Liam Neeson el que tiene que recuperar sus antiguas habilidades de agente secreto para rescatar a su hija de un grupo mafioso albanés dedicado a la trata de blancas. En una operación similar a la realizada por Hostel (2005) y su secuela, Morel radicaliza la imagen peligrosa de Europa desde el punto de vista estadounidense, pero Venganza arrastra, sin embargo, un lastre menos humorístico. Así, justifica el comportamiento de un padre sobreprotector con una hija de diecisiete años, interpretada además por una actriz que sobrepasa notoriamente esa edad. Como todo el mundo sabe, los secuestradores están a la vuelta de la esquina. Pero, a diferencia de las barbaries en la saga de Eli Roth, que se regodeaba en el mal gusto, Venganza no tiene vocación de caricatura, sino que padece una pereza argumental que delega la responsabilidad en las escenas de acción con la esperanza de que, ya que están excelentemente resueltas, pesen más sobre el conjunto. Afortunadamente así es y el periplo de Neeson -correcto, como siempre- por los bajos fondos de París, con su tesón y su desinhibición sanguinaria, es filmado por Morel con chispa.