Diario de León

TALLAS JUAN DE DIOS

Manos caprichosas

Lorenzana.Modela la madera con una facilidad que asombra. Horas y horas en su taller dan como resultado muebles o regalos con un toque especial. El secreto está en sus manos, que llevan más de 25 años realizando caprichos.

Juan de Dios tallando en su taller de Lorenzana.

Juan de Dios tallando en su taller de Lorenzana.

Publicado por
Nuria González
León

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Donde soy feliz es en el taller y disfruto con ello». Con esta filosofía abre cada día su taller de madera, ubicado en Lorenzana, el artesano Juan de Dios Martínez Álvarez. Desde hace más de 25 años trabaja la madera maciza con mucho arte y, sobre todo, con mucha imaginación para que el resultado sea un diseño «con carácter, diferente y curioso a la vez».

Nada más entrar en su taller se percibe un olor a madera y a barniz muy familiar y que recuerdan a este antiguo oficio. Define su forma de trabajar como «anárquica y caprichosa» porque le gusta realizar figuras con un sello especial.

Utiliza casi todo tipo de madera maciza, desde las de importación y más comerciales como roble americano, cerezo o cedro de Honduras, hasta las de la zona, procedentes de manzano, ciruelo, negrillo o peral. También recopila maderas de restos de almacenes donde se pueden encontrar materiales muy curiosos sobre los que plasmar sus creaciones «disparatadas» y, en muchas ocasiones, fruto de «un capricho». Resalta que siempre busca «piezas diferentes» porque «con oficio se aprovecha casi todo». Por eso recoge algunas que, de no ser por él, irían a parar a la basura. De ellas pueden salir un coche o una figura con forma de flor.

En su catálogo figuran un sinfín de artículos. Así, realiza todo tipo de mobiliario como rinconeras o cubre radiadores, percheros, bandejas o espejos, así como una amplia gama de regalos. Todos por encargo de sus clientes, la gran mayoría fieles y procedentes de León, aunque también realiza trabajos para particulares de Madrid o Canarias. En estos tiempos en los que es difícil vivir de un negocio propio, más aún si es artesano, asegura que nunca cuenta las horas que trabaja «porque lo que hago es muy caprichoso y le dedico el tiempo que sea necesario».

Imaginar, tallar, encolar y vuelta a empezar. Eso es lo que hace Juan de Dios cada día en su taller donde se pueden encontrar más de una veintena de clases de madera diferentes, algunas de ellas desconocidas y de las que asombran sus resultados. Todo está inundado de trabajo. En las paredes, por los suelos, apoyadas unas sobre otras, se observan piezas apenas esbozadas, otras en proceso o ya terminadas.

La mejor muestra de que la madera es su vida es la exposición que alberga decenas de piezas ya terminadas y que abarca todos los ámbitos de la vida: zapatos, peines, repisas, percheros, espejos y otras obras escultóricas que forman parte de su buen hacer. Un oficio casi en extinción que ha aprendido de forma autodidacta, dedicando tiempo a mejorar cada día, y fijándose en los creadores y trabajadores de la madera que conoce. Con talento y, según él, no demasiada disciplina sabe, y mucho, de todas las maderas del mundo.

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