CASCADA DE LA FERVENCIA
El rumor escondido
Foncebadón. Es uno de los parajes menos conocidos de la Maragatería pero entraña gran belleza y permite descubrir las maravillas del agua. El salto de La Fervencia está escondido para hacerse más deseado aún por los excu
La ruta de la Cascada de Fervencia, también conocida como «el rumor escondido» comienza en la peculiar localidad de Foncebadón y concluye en el denominado Prao de la Molina, dónde se llega hasta un bello salto, La Fervencia, dónde confluyen los cuatro arroyuelos que forman el río La Molina, que vierte sus aguas al Tremor, para crear un rincón de gran valor paisajístico.
La ruta, que recorre tres kilómetros en descenso y tiene una duración de una hora a pie, tiene su punto de partida en la calle Real de Foncebadón, cruzando la carretera en dirección noreste para descender por el valle del Piornedo. El camino cruza Praos del Valle por la vaguada que forma el río de los Cabañines y así se llega al Prao de la Molina, un espacio abierto circundado por los cuatro valles fluviales que convergen en el cauce de la Molina. Pocos metros más adelante, el rumor del agua muestra al caminante dónde se encuentra el salto de La Fervencia.
Un paraje oculto y poco conocido que merece la pena encontrar para disfrutar del ruido del agua mezclado con el de las aves que sobrevuelan la zona. Aunque la mejor época del año para realizar este recorrido es la primavera y el verano, durante los meses más fríos también tiene su encanto ya que la posibilidad de ver la cascada helada hace que se detenga el tiempo.
Esta idílica imagen da paso al tramo de ascenso, tomando el valle que sale a la derecha en dirección noreste. Los pagos de Las Tijeruelas y Manzanalín, topónimo alusivo a una especie vegetal, anuncian la proximidad a Bustareije y La Fuente del Acebal, que está situada muy cerca de la carretera que conduce de nuevo a Foncebadón. Pero este recorrido ofrece una opción más. La posibilidad de ascender hasta la Cruz de Ferro, un icono en el Camino de Santiago. Está formada por un poste de madera de unos cinco metros de alto coronado por una cruz de hierro, réplica de la original conservada en el Museo de los Caminos de Astorga. Una leyenda cuenta que cuando se construyó la Catedral de Santiago de Compostela se pidió a los peregrinos que contribuyeran trayendo piedra.