Diario de León

tenoira gayoso | Villafranca del Bierzo

Un luchador, un sueño, un vino

Dedicado a otras actividades familiares, Guillermo Tenoira Gayoso tuvo un día el sueño de hacer su propio vino, el que llevase sus apellidos. Bien asesorado y con una voluntad inquebrantable se puso a ello. Y después a venderlo. Es distinguible y acreditado en cualquier sitio.

Vista del viñedo de Tenoira Gayoso, que ocupa dieciocho hectáreas en el paraje de Las Padorniñas.

Vista del viñedo de Tenoira Gayoso, que ocupa dieciocho hectáreas en el paraje de Las Padorniñas.

Publicado por
Rafael Blanco.
León

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Con menos de cuatro años en el mercado, Tenoira Goyoso, conocido y reconocible el vino por el llamativo naranja de una etiqueta que lo hace inconfundible, se ha abierto un hueco importante en el mercado a partir de la presentación de un producto honesto, del tesón de su autor y de su implicación directa en la comercialización. Guillermo Tenoira Gayoso, que se ganó el mercado llamando puerta a puerta, entendió que sólo podía ser así y así lo hizo precisamente en tiempos de grandes dificultades para el sector.

Depositario de una fe enorme en una idea que primero fue un sueño y administrador de un proyecto familiar, tomó un buen día la arriesgada decisión de convertir en viñedo las casi dieciocho hectáreas de Las Padorniñas. Lo que durante años fue pastizal para la ganadería familiar, perfectamente vallado, se recuperó como el viñedo que ahora constituye la base de elaboración de los vinos de la joven bodega villafranquina, a cuya actividad llegó Guillermo desde la formación como ingeniero agrónomo y desde la convicción de que la ganadería era una actividad en extinción en el Bierzo. Pero también por vocación personal, por esa fe enorme en sus propias posibilidades, por el decidido apoyo familiar y por el sabio consejo asumido en un momento determinado.

Durante años había vendido la producción del viñedo -mencía en su mayor parte con unos miles de cepas de tempranillo que se injertan como godello- y ya una vez llegado el momento de la madurez del mismo se arriesgó a la elaboración. Al joven de excelente factura con el que hace tres años se lanzó el mercado añadió luego un roble con siete meses de permanencia en barrica (este año 9.000 botellas; 8,00 euros en bodega) y que probablemente verá acortado su tiempo en madera para resaltar las características varielaes. Esa posibilidad abriría otra por la parte de arriba, de más tiempo, pero sin determinaciones temporales concretas y sin encasillamientos. Un vino sutil, con una casi imperceptible presencia de la madera. Un tinto en la línea de los de autor. En el horizonte de la bodega, que agota su producción en la provincia y que busca su apertura comercial en Galicia, se perfile a medio plazo un godello. Todo ello cuando el viñedo propio lo pueda soportar, por supuesto, con las mejores garantías de calidad.

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