RUTAS Y CAMINOS | ruta de los canales romanos
Los afluentes del oro
La Cabrera. La red de canales construidos para llevar el agua a Las Médulas en época romana es aún visible y evidencia el profundo conocimiento y dominio de disciplinas tan dispares como la topograf
El agua fue un elemento fundamental en las explotaciones auríferas romanas. Por eso, para la minería romana era fundamental un eficiente manejo del agua que garantizara un suministro continuo a las minas. Con este fin se creó una complejísima red hidráulica que incluyó canales de abastecimiento o depósitos de derivación y almacenaje. Apenas quedan las ruinas y algunos rastros que indican que aquella actividad existió. Los trabajos fueron ejecutados por el ejército, que contaba con ingenieros expertos, mientras que la mano de obra era proporcionada por la población indígena y por contigentes de esclavos que vivían en castros situados en las proximidades de los canales. Sólo se han conservado en buen estado algunos tramos, generalmente por haberse convertido en carriles, nombre por el que se les conoce en La Cabrera. Auténticos caminos tradicionales remodelados en sucesivas ocasiones para permitir el tránsito de carros que garantizaban el trasiego de mercancías y personas. La captación del agua conducida por gravedad hasta Las Médulas y otras minas de menor entidad se realizó con canales que partían de cotas superiores a los 1.850 metros de altitud y que, en su trazado, recogían cuantas aguas de arroyos y regueros de deshielo podían interceptar. Para reforzar el caudal en época de estiaje, se llevaron a cabo dos trasvases. Uno de ellos conducía agua de la cuenca del Duero a la del Sil a través de la comarca de La Cabrera. Esta obra supuso el primer trasvase de agua entre cuencas en la historia de la Península Ibérica. Los canales que proporcionaron agua a Las Médulas se extienden por ambas vertientes de los Montes Aquilanos. En su cara norte, dos canales y en la sur otros seis que recorren las laderas en dirección a Las Médulas. Los canales más altos de la vertiente meridional alcanzan una longitud de entre 90 y 100 kilómetros, según se produzca su captación en la cuenca del río Eria o en la del Cabrera, siendo el más largo de ellos, de más de 143 kilómetros de recorrido, lo que lo convierte en una de las conducciones de agua más largas de la antigüedad, por encima del acueducto de Cartago, de 132 kilómetros.