luzdivina amigo | parandones
Mencía y mucho, mucho cariño
No hay otra bodega tan intensamente familiar, acogedora y cariñosa en el Bierzo. Y eso, que podría ser una apreciación casual, subjetiva e incluso intrascendente, no lo es y acaba ensamblado en las sensaciones que afloran cuando se descorcha una botella de... Luzdivina Amigo.
Quien pone nombre a la razón social es esposa y madre, pero también alma de la casa y referencia emocional de quienes más directamente desarrollan la actividad en la viña y en la bodega, su esposo y sus dos hijos, Javier y Miguel Ángel. Todo es estrictamente familiar: el cuidado de las cepas, la vendimia, la elaboración y la comercialización. Desde una infinita modestia y desde la más absoluta honestidad, los dos hermanos desarrollan su actividad con enorme dedicación y mucho sentido común. Lo hacen bajo el aliento materno y muy atentos siempre al consejo y la observación del padre, quien se ocupa también de tareas puntuales en la viña, las diez hectáreas de propiedad, y en la parte posterior de la vivienda familia, donde se elabora y se guarda en unas instalaciones muy aprovechadas que van ganando en amplitud de año en año con las obras precisas. En cualquier caso y como queda dicho, toda la labor en la viña y en la bodega es asunto familiar, sólo con asesoramiento técnico externo en la elaboración y siempre con mucha atención a los requerimientos del mercado en cuanto a la presentación del producto.
Distinguen en la bodega, y por eso elaboran dos líneas de vinos, entre el viñedo de la zona baja -Parandones, Valtuille de Abajo, es decir, Baloiro- y el de la prodigiosa ladera del mirador de Otero, o sea, Viñademoya. Y en lo mejor de ella, con cepas centenarias, los leiros , la máxima expresión del minifundio vitícola, pero que en este caso sirven de paciente base para elaborar el vino top de la casa, el que toma como referencia esa evocación.
En la gama de los Baloiro , que se abre ahora con un blanco polivarietal -45% de blanca, 30% de palomino y 25% de godello- (5.000 botellas; 5,00 euros en tienda), consolida su presencia un nuevo monovarietal de compleja elaboración. Este godello de doce meses sobre lías y muy corta producción (650 botellas; 10,00) es uno de los grandes desafíos enológicos de la bodega.
El Viñademoya (35.000 botellas; 5,00), un mencía joven con imagen todavía recientemente renovada, abre la serie de los tintos, que también por volumen, pero sobre todo por prestigio y calidad técnica, se apoya en el Baloiro , un crianza de los que hay que tomar como referencia, también por su precio.
La excelencia de la ven dimia recogida de los leiros de la pendiente del Mirador de Otero que mira el este imprime matices al larga crianza ( Viñademoya Leiros , 5.000 botellas; 23,00 euros) que corona la oferta, que toma ese nombre y que sin duda y con justicia se ha convertido en uno de los mencías bercianos de referencia. Lo cierto es que sobre los tres tintos han corrido en los tres últimos años ríos de tinta, con trazos en forma de elogios y altísimas puntuaciones, tanto por parte de la prensa especializada española de mayor crédito internacional como de los críticos estadounidenses de culto. Aun concediéndose desde la bodega la importancia que todo eso tiene, la ocupación y la preocupación sigue siendo la calidad de elaboración, cuestión para la que se considera esencial no aumentar desordenadamente la producción, entendiéndose que el horizonte, todavía lejano, estaría en las cien mil botellas al año.