Diario de León

La cañada real oriental leonesa

Prioro, cantera de pastores

Fiesta de la Trashumancia. Las ovejas volverán a entrar en Prioro a ritmo de cencerros, tal y como lo hacían desde tiempos ancestrales por la cañada real procedentes de Extremadura. Prioro revivirá mañana la fies

Un mastín vigila un rebaño en los pastos de la montaña leonesa.

Un mastín vigila un rebaño en los pastos de la montaña leonesa.

Publicado por
Nuria González.
León

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El motivo siempre es el mismo pero la fiesta adquiere más tradición año a año. Prioro, una localidad recostada sobre las primeras rampas del puerto de Pando, revivirá este fin de semana uno de los oficios más ancestrales: el de pastor.

La fiesta de la Trashumancia que se celebra mañana, con motivo de la llegada del rebaño procedente de Extremadura, volverá a exaltar esta antigua actividad ganadera. Precisamente Prioro es una de los pueblos de la provincia leonesa donde está más arraigada esta tradición.

La trashumancia, organizada entre las montañas que bordean la Cuenca del Duero y las dehesas de Extremadura es una destacada actividad que se realiza de forma ininterrumpida, al menos, desde 1273, fecha en la que Alfonso X creó el Honrado Concejo de la Mesta. Se trataba de una asociación compuesta, en principio, por pequeños ganaderos de las sierras de León, Soria, Segovia y Cuenca para la defensa de sus intereses gremiales que estaban vinculados con el desarrollo y la expansión de la propia cabaña ganadera.

Como fenómeno económico, social y cultural que ha llegado a nuestros días, tiene en su fundamento en la perfecta complementariedad entre los pastos de altura del norte y las dehesas del sur de la Península Ibérica. Este hecho permitió una alimentación constante del ganado durante todo el año y la selección de la oveja merina por los propios pastores, cuya fina lana dominará el mercado internacional, al menos, durante cinco siglos. Esta situación propició elevados ingresos económicos para el país y un cierto auge para los pueblos de la montaña leonesa, que disponían de recursos pastorales para arrendar y para acoger la cabaña ganadera foránea.

Con el paso del tiempo, ha perdurado su base fundamental y la esencia de su existencia, es decir, la utilización de modo complementario de los pastos por medio de la aplicación de un sistema de producción extensivo y el reconocimiento de la rica cultura ancestral de unos hombres, cada vez menos, que conocen el arte del pastoreo y el uso y gestión de los territorios.

Prioro, cabecera de la Cañada Leonesa Oriental, recuperó esta fiesta en el año 1994 con el fin de poner en valor este oficio.

La Cañada Real Leonesa Oriental con una longitud de alrededor de 700 kilómetros, tiene su inicio en la zona de Riaño en la provincia de León y su final en Montemolín, al sur de la provincia de Badajoz, atravesando parte de las provincias de Palencia, Valladolid, Segovia, Ávila, Toledo y Cáceres.

Un trazado que fue fuente de riqueza durante siglos, que ha dejado de ser el eco de los cencerros de las ovejas merinas, y que Prioro rememora cada año. De nuevo, sus habitantes verán entrar en el pueblo al rebaño conducido por pastores locales en medio de un gran ambiente festivo. Un concurso de mastines, lucha leonesa o concursos tradicionales forman parte del programa festivo. Los participantes también degustarán una típica comida pastoril que también se servirá en los restaurantes de la zona y, como no, realizar un pequeño recorrido por lo que fue la cañada real. No faltarán a la cita el concurso de siega o el esquilado de las ovejas.

Por cierto que los visitantes que acudan a Prioro podrán adquirir numerosos productos elaborados por artesanos, algunos de ellos realmente curiosos.

Existen varios artesanos de la madera que reproducen hórreos, carros, madreñas o porrachas (Luis Díez, Pedro María Díez, Librado Díez y Miguel Martínez), otros que combinan la madera con la piedra (Fructuoso Casquero y Vicente Herrero) o artesanos del cuero (Julían Díez) que realizan auténticos souvenirs que se identifican con la zona.

La trashumancia ha marcado, sin duda, la gastronomía de la zona, también influenciada por la situación geográfica en la que se encuentra. La carne de oveja cocinada al fuego de la lumbre en una caldereta, uno de los platos típicos de la cocina trashumante, es elaborado con gran destreza por los pastores de la localidad y por todos los vecinos del pueblo que han heredado la sabiduría y el arte de la cocina trashumante. Herencia de la cultura pastoril son las migas. Un plato de exquisito sabor y elaboración única. Lo más sorprendente de este manjar son sus ingredientes; pan y muy poca aceite.

Otros platos típicos de la zona son la chanfaina, las sopas de ajo, las jijas, la tortilla del segador, el cocido, el queso quemón, las patatas con costilla de cerdo o jabalí, el embutido, la trucha o las setas.

En cuanto a los dulces, el mazapán, la rosca, bollos, rosquillas, sequillos, brazo de gitano, buñuelos, teresitas, y leche frita son algunos de las especialidades que se pueden degustar durante todo el año y de forma especial en las diferentes fiestas que se celebran en la localidad. Los visitantes tendrán ocasión de adquirirlos en la feria y en la panadería de la zona. Para culminar una buena comida nada mejor que el orujo blanco o el combinado con frutos silvestres de la zona: andrines, arándanos, fresas o moras.

Otra de las tradiciones más arraigadas en Prioro es la de la lucha leonesa. De hecho, el 15 de agosto se celebra uno de los corros con mayor fama de la provincia leonesa. Las dimensiones de este Corro, superan habitualmente las establecidas por la Federación, ya que el campo destinado a los luchadores es de aproximadamente 25 metros de diámetro. La superficie total ocupada por el corro, alcanza cerca de los cuarenta metros de diámetro, motivo que explica que el aforo supere los dos mil espectadores.

La lucha leonesa, junto con los bolos, son los dos deportes que han calado hondo en la historia de la provincia. Los bolos remontan su origen a ejercicios para adiestramiento bélico del pulso, fortalecimiento de músculos y cumplimiento de normas de convivencia. Es uno de los mas antiguos testimonios de las distracciones que tenían los habitantes de la montaña y que, aún hoy, Prioro se niega a olvidar.

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