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santa trinidad | villadecanes

El mencía de las hadas buenas

«El mensaje está en la botella», afirma con criterio uno de los mentores de ‘Corro das Xanas’. Viene a decir que si generalmente es difícil expresar con palabras cómo es un vino, en este caso lo es todavía más porque rompe los tópicos sobre la mencía para hacer un canto a su juventud.

Una de las viñas de las que procede la uva con la que se elabora ‘Corro das Xanas’, en la planicie de Villadecanes, al fondo.

Publicado por
Rafael Blanco
León

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Después de la lluvia / nace la hierba; / después del vino, / las palabras». Esa reflexión impresa en la etiqueta que envuelve la botella recoge la esencia del proyecto vitivinícola en el que tiene origen y fundamento Corro das Xanas . En la etiqueta que abraza la botella cuatro búhos escoltan al que preside y probablemente representan a los cuatro implicados en la idea, dos profesionales del mundo del vino y dos conocidos y reconocidos empresarios bercianos. «Un día nos tomamos juntos unas copas de vino y decidimos hacer un vino, nuestro vino, y otro día nos fuimos a ver unas viñas y acabamos metidos en esta locura, que por supuesto no responde a un planteamiento económico, sino a la idea de hacer un vino diferente», explica el autor de uno de los albariños más célebres y responsable también en este caso de la selección del viñedo: pequeñas parcelas de cepas viejas en vaso ubicadas en la meseta de Villadecanes, a 600 metros de altitud, todas con la misma composición de suelo –arcilla y canto rodado– y la misma humedad, nada de laderas… Como resultado de la regularidad en el aprovechamiento del sol de la mañana y de la tarde se produce una maduración homogénea y, en definitiva, «una uva sana y de la mejor calidad para hacer un vino del año». A partir de ahí, fermentación controlada con levaduras autóctonas, batonnage regular, seis meses de permanencia sobre lías y embotellado sin estabilización previa. Y en esa idea y nada más, quizá un ligero aumento de la producción pero ninguna complicación –es decir, sólo arrendamiento de las viñas, de un espacio para elaborar y renuncia expresa a la crianza–, se mantienen los actores y autores de este vino que ya en su primera calificación seria apuntaba a una alta puntuación que lo destacaba entre los jóvenes bierzos de la añada. La segunda elaboración concreta esos valores y acalla las voces de quienes atribuyeron el éxito enológico a la suerte de los primerizos. Cierto que para ello han contado con mucha ayuda sobrevenida, la de los tres más veintiuno de la mención social ­–una visión un tanto humorística de las nuevas sociedades del vino–, la debida atención de los cuatro búhos y, claro, la conjura de las hadas buenas en su círculo de encuentro del corro das xanas.

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