COBERTIZO | valtuille de abajo
Otra forma de entender el vino
Entusiasta de sus propios vinos, Toni Quiroga encuentra en la satisfacción del que los consume su propia satisfacción. No es el vino en sí mismo lo que lo hace feliz, sino más bien la relación intensa con el entramado de personas con los que establece contacto a través del vino.
Toni Quiroga es un tipo singular en el vino berciano, en realidad en el mundo del vino en general. Es viticultor y bodeguero de muy tardía dedicación, pues su ocupación profesional fue otra bien distinta que lo llevó por distintos puntos del país. Pero la vitivinicultura le viene por las dos ramas familiares. De su padre heredó unas cepas en Cacabelos y de su suegro, al que hace mención en el nombre de la bodega, algunas más en Valtuille de Abajo, donde luego adquiriría cuatro hectáreas más de viñedo sobre la ladera que mira al Castro de la Ventosa. En la parte más baja de esa viña, casi en el casco urbano, construyó la bodega y desde 1994 elabora vino bajo la tutela del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Bierzo.
Sin embargo, fue en el 2000 cuando sacó al mercado su primer vino embotellado, un tinto joven con la etiqueta de Cobertizo de Viña Ramiro. En el 2005 aparecería el primer crianza. De firmas convicciones en cuanto al tinto, se dejó tentar por el blanco y elaboró uno con la vendimia de las cepas de palomino, doña blanca y godello que tiene entre las mencías viejas. Sólo se trataba de eso, de demostrar y demostrarse que podía hacerlo, de manera que no repetirá la experiencia hasta que pueda hacer un godello con cepas propias que estén en condiciones de ofrecer el mejor rendimiento. Pero su apuesta son los tintos y su obsesión, la más alta calidad de elaboración. Y en ello está. De manera que ha aumentado el tiempo de guarda del crianza que inicialmente era de once meses, pasando a ser luego de quince y finalmente de veinticuatro. Al mimo tiempo separó la mejor partida del mismo, casi tres mil litros, para dar contenido a una nueva etiqueta, Cobertizo Selección, que guarda también durante veinticuatro meses en una buena selección de maderas de distintas procedencias.
Descartado al blanco, al que volverá —injertó este año con varas de blanco de una hectárea de tempranillo—, se mantiene en esas tres elaboraciones (del joven que está en el mercado 102.000 botellas; 4,10 euros en bodega y 4.200 del Selección; 16,00) de muy apreciable y apreciable calidad que fundamentalmente se consumen en Cataluña, Levante, Madrid, Galicia, Asturias y León. Y desde este año también en Suiza.