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El prieto picudo por bandera
Un centenar de almacenistas y distribuidores constituyeron en el año 1967 Vile para proveerse de vino, pero también con la aspiración de desarrollary promocionar el prieto picudo como singularidad y apuesta de calidad cuando más parecía una temeridad que un objetivo cabal
Bajo la responsabilidad y el buen criterio de quien siempre dirigió la bodega, Pablo San José, sólo unos años después de la constitución de la sociedad y de hacer pública su proclamación de fe en la prieto picudo, Vinos de León adquiría en Pajares de los Oteros algunos de los mejores viñedos y frente a la creencia general de que la variedad no daba más que para un excelente rosado y un tinto recurrente se ensayaba el primer larga crianza. Con la perspectiva del tiempo, el nacimiento en 1985 del Don Suero —treinta años entre los cien mejores vinos del país— necesariamente debe verse como un hito para el prieto picudo, porque esa etiqueta ha sido el abanderado de los vinos de León en todo el mundo.
Nadie puede negarle a San José Recio la autoría y la defensa de la iniciativa, un visión adelantada de una realidad que ni siquiera se intuía y un protagonismo enorme en la consecución de la mención de calidad para los vinos del sur de la provincia hasta alcanzar en el verano del 2007 el reconocimiento como DO Tierra de León. Mucho antes, en los años ochenta, el entonces y ahora gerente y director general de la sociedad adivinó la importancia que iban a adquirir los vinos de otras latitudes y Vinos de León adquirió la Cooperativa San Antolín, en Nava de Roa (Burgos), y unos extraordinarios viñedos en Gumiel del Mercado, en el corazón de Ribera de Duero. Más recientemente, la empresa leonesa adquirió otra bodega en Nava de Rey (Valladolid), dentro de la DO Rueda, sólo para verdejo. El círculo se cerró con un acuerdo para la elaboración en Cacabelos de los tres tintos que comercializa bajo el sello de calidad de la DO Bierzo (Montesoro joven y crianza y Las Médulas reserva). Situados en una realidad distinta a la que llevó a Vile a producir dieciséis millones de botellas al año, la planta de Armunia todavía cierra los balances anuales con unos cinco millones de botellas de vinos de la tierra y hasta tres líneas de vinos de mesa.
Sin embargo, el orgullo y la bandera de la bodega es el prieto picudo, que concreta en dos líneas de elaboración de la máxima calidad al amparo de la certificación de la DO Tierra de León. Es la que llevan los Vajunco blanco elaborado con verdejo (20.000 botellas; 3,90 euros en bodega), rosado (240.000; 3,90), tinto (164.000; 4,20) y crianza (90.000; 5,10) y los Don Suero. Los, porque desde hace unas semanas son dos, ya que al legendario reserva de la singular botella barriguda se suma ahora un crianza 2008 (24.000 botellas; 5,30 euros), que mezcla vendimia en de las rastreras de Pajares y de la espaldera de Valdevimbre. La última conquista de Vinos de León es precisamente la Finca Montegrande, un paraje privilegiado entre Valdevimbre y Fresnellino, donde la bodega dispone de unas magníficas instalaciones y 57 hectáreas de excelente viñedo, todo en espaldera y plantado entre 1999 y el 2002. Todo ello en un emplazamiento realmente envidiable, rodeado de encinas y robles centenarios, con una laguna en una vaguada entre el altozano de la bodega y el viñedo y en una propiedad de 217 hectáreas. Un escenario, en fin, ideal para desarrollar una cierta actividad enoturística que completará la posibilidad del paseo con la disposición de una tienda, sala de catas, comedor, etcétera. Una nueva imagen para una nueva realidad abierta a los amantes del vino.