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Dominio de Tares | San Román de Bembibre

El vino escrito con mayúsculas

La bodega que revolucionó el mercado del mencía, que fue y es santo y seña de la enología berciana y que convirtió el nombre propio de su primer vino en referencia universal se rige hoy, once años después, por parámetros de absoluta profesionalidad y los mejores criterios técnicos

Fachada de la bodega de Dominio de Tares, ubicada en San Román de Bembibre.

Publicado por
Rafael Blanco
León

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Desde el año 2000, cuando un grupo de entusiastas del vino con evidente clarividencia en los criterios de elaboración y comercial crearon Dominio de Tares, los objetivos de la bodega siempre han sido «la mejora continua en cada uno de los procesos y la satisfacción del cliente y el consumidor de nuestros vinos», según se proclama en los principios que rigen la sociedad. Once años después el trabajo en el campo, la exaltación de los valores y de las características excepcionales de las variedades autóctonas, la experimentación y el profundo conocimiento del viñedo, la técnica y la innovación, la máxima responsabilidad en todos los procesos y el más alto grado del compromiso con el cliente siguen marcando la actividad en la bodega.

El fundamento de toda la actividad es el estricto programa de viticultura diseñado conjuntamente con investigadores de la Universidad de León a partir de análisis de los suelos pago a pago. La identificación con el entorno y el compromiso con el medio y con la recuperación del cepaje berciano obligan a asumir prácticas respetuosas en la viña, minimizando los tratamientos químicos, priorizando el respeto al ecosistema e incluso desarrollando prácticas del laboreo tradicional.

Más una devoción que un deber es la profundización en la explotación de las posibilidades de los viejos pies de mencía de los seis pagos de los que se exprimen el Bembibre y muy concretamente el Tares P-3. Es en este caso el que nace del prodigioso pago 3 el que es objeto de las mayores atenciones. No se elabora en depósito de acero, sino en dos tinas troncocónicas de madera de 2.500 litros de capacidad cada una. Se busca con ello una elevada expresión de la variedad y también una mayor complejidad para un vino de tan limitada producción como merecido reconocimiento. De todas formas eso sólo llena el campo del orgullo que supone alcanzar la más alta calidad de elaboración, porque el sustento de la bodega sigue siendo el legendario Cepas Viejas, sinduda el bierzo más popular. Tanto es así que el nombre propio se usa como genérico para pedirlo en la barra de un bar o en la mesa de un restaurante.

Porque Dominio de Tares, con actividad también en Rías Baixas (Pazos de Lusco, en Salvaterra do Miño) y Tierra de León (Dominio Dostares, en Pajares de los Oteros) en relación con el albariño y el prieto picudo, ciñe su actividad en la casa matriz de San Román de Bembibre a una línea muy definida de elaboraciones que realmente no admiten más posibilidades. La excelencia del blanco gallego y del rosado del sur de la provincia obligan a limitar a un godello con frementación en barrica y tres meses sobre lías y a cuatro tintos de escala su carta de elaboraciones con mencía: un siete meses de marcado carácter juvenil y frutal (Baltos), un crianza lengendario y de gran presencia comercial (Cepas Viejas), otro de prestigio a partir de vendimia de pagos y de mayor tiempo de guarda (Bembibre) y una excepcionalidad exprimida del mejor de esos pagos, el conocido como 3, que constituye la materia base para el vino más elitista de la bodega. El Tares P-3 está más en la línea de los vinos de autor que en la estrictamente comercial, por la calidad y el volumen de producción (cinco mil botellas de la vendimia del 2006), pero sobre todo por su singularidad.

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