Diario de León

Por el valle del curueño

Entre agua y ruinas

Ranedo de Curueño. Desde Ranedo de Curueño hasta Nocedo hay casi ocho kilómetros por la ribera del río Curueño. El silencio sólo se rompe por el cantar de la diversidad de aves, en sintonía con el ruido del agua. Un recorrido entre agua, montañas y ruinas. ?? por nuria gonzález

El desagüe de la cascada de Cola de Caballo, puente medieval de Valdepiélagoy ermitade Ranedo. En el recuadro, restos del castillo de Montuerto.

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El río Curueño nace a unos 1.500 metros de altitud, en el puerto de Vegarada y, tras atravesar los municipios de Valdelugueros, Valdepiélago, La Vecilla y Santa Colomba, llega al Porma después de recorrer 47 kilómetros.

Una parte de su recorrido está dentro de la ruta situada en torno a Ranedo de Curueño. El recorrido es de ocho kilómetros con un grado medio de dificultad y una duración de dos horas a pie. Se puede recorrer durante todo el año pero la primavera garantiza paisajes espectaculares en este valle.

El punto de partida se sitúa en Ranedo de Curueño. Tras recorrer este pequeño pueblo se toma el camino en dirección a Valdepiélago, la siguiente parada.

Una localidad en la que hay que visitar su iglesia, con interesantes tallas y retablos barrocos así como otros elementos religiosos de carácter histórico. Digno de admirar es su puente medieval, desde donde obtener una bonita imagen de este pueblo, las montañas que lo rodean y su entorno.

Tras cruzar el puente medieval, el trazado continúa por el empedrado de la calzada romana que llega a Vegarada hasta alcanzar Montuerto. Sin embargo, antes de llegar a esta localidad merece la pena adentrarse en el valle del Arroyo de Valderones. Aquí se podrán escuchar los sonidos de petirrojos, ruiseñores, herrerillos y cucos entre otras aves. Una recomendación que realiza el Proyecto Trino, que ha diseñado este pausado recorrido.

Entre Montuerto y Valdepiélago, según cuenta la historia, hubo una fortaleza situada en la Peña Morquen. La calzada romana que lleva hasta Vegarada atraviesa Montuerto, un pueblo aún testigo de lo que fue su castillo, desmoronado con el paso del tiempo.

Entre este punto y Nocedo, la calzada romana abandona el cauce para ascender al pico de la Prendada. Un lugar privilegiado desde el que disfrutar de aves rapaces como el cernícalo vulgar, el águila real, el alimoche, el buitre leonado o el búho real. A lo largo de esta ruta hay varios puntos de interés cultural así como áreas recretativas para tomar aliento y fuentes para refrescarse.

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