El arte de los sabores

Lo que culinariamente priva en este triste siglo XXI, sumido en una insuperable crisis que todo lo amenaza, es la sofisticación de los fogones. Y no es este un problema que afecte solamente a los cocineros, todo tipo de artistas busca en este tiempo la inspiración en lo original, en lo grotesco a veces. Se trata de dar una vuelta más a la tuerca del ingenio, para convertir sus creaciones en algo diferente, sorprendente y estrambótico, que tendrá o no tendrá contenido, pero que con seguridad dejará con la boca abierta al espectador… o al comensal.

Son tiempos de dar gato por liebre, en los que tanto el arte como la cocina deben ser mirados con ojo crítico y, si puede ser, basándose en unas reglas que han quedado grabadas de forma indeleble a lo largo de la historia de todas las artes… y también de la gastronomía.

Es agradable encontrase —nos centramos ya en la cocina— con una saga de restaurantes que ha partido de cero para conseguir una expansión importante basada en una cocina muy segura, una decoración original, un servicio esmerado… y unos precios más que asequibles.

El Restaurante Río Omaña tiene ya tres sucursales, en la céntrica calle de San Agustín, en Trobajo del Camino y, ahora, en Demetrio Monteserín (Plaza del Huevo para los residentes). En todos se mantiene la misma idea, una decoración clásica y cálida a base de madera y de fotografías de la hermosa comarca de Omaña, unos ingenuos frescos pintados en sus paredes, servicio casi perfecto y una cocina que sin fundamentalismos, se basa en la tradición a la vez que incorpora novedades ya acopladas definitivamente a la nueva visión de la buena cocina.

Comentemos algunos de los platos que, aunque no figuran en su extensísima carta, pueden degustarse en su comedor De Demetrio Monteserín. Comenzaremos por un delicado entrante, eetas con almejas y gambas, un guiso que ofrece un exquisito ramillete de sabores agrupados en una deliciosa salsa. Una concesión a lo nuevo es su ensalada de frutas con langostinos, una templada manera de presentar una ensalada llena de frescura elaborada con mucho fundamento y una dosis de originalidad.

Mención especial merece el suflé de lenguado con mayonesa de queso de cabra. En este plato el cocinero se ha sentido artista y consigue una creación de relevante estética, en la que se combinan con precisión suiza los sabores del pescado y el queso, sin que ninguno de ellos predomine, sino que ambos se complementan.

En la merluza al vapor con aceite de ajo y perejil se demuestra que cuando el material es de primera calidad, es tontería sofisticar su preparación.

La carrillera se ha convertido en uno de los capítulos imprescindibles en cualquier carta. Aquí la hacen al viejo estilo con una magnífica salsa y la cocción precisa para que esta delicada carne conserve su agradable textura.

Una de las especialidades del Río Omaña, son los guisos de la abuela, entre los que nos encontramos rabo estofado con setas, mollejas guisadas, callos a la madrileña y mil hojas de carrillera con crujiente de jamón.

Por encargo preparan, caldereta de pescado y marisco, arroz con bogavante, arroz con vieiras y boletus, arroz con calamares y mejillones o estupendas paellas.

Y, finalmente, en los postres les recomendamos la extraordinaria crema de queso sobre tulipa de chocolate caliente, los profiteroles de nata con crema inglesa y el ya imprescindible tiramisú.

Merece la pena conocerlo.

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Cocina Bien

Servicio Muy bine

Decoración Bien

Bodega Bien

Puntuación (de 1 a 10) 8,90