DOMINIO DE LOS CEREZOS | molinaseca
Ilusión atrapada en la mencía
Una cueva excavada por una tuneladora en la ladera de Molinaseca y cuatro hectáreas de viejas viñas ubicadas en distintos parajes del Bierzo son la base de un pequeño proyecto alentado por la ilusión por el vino y la fascinación por la excelencia de la mencía como vinífera sin parangón
Mi objetivo es sacar lo mejor de la mencía del Bierzo, que es flores de cerezo y espinos blancos en primavera, hinojos y jaras en agosto, caminos de hojas de roble y humos azules en otoño…». María Zamarreño Villa, que define así su propuesta, llegó al mundo del vino por la vía de la fascinación, la que despertaron las cualidades de la vinífera berciana, y la memoria, la que le trajo los recuerdos de sus abuelos haciendo vino en Arlanza. No tenía más vinculación con la vitivinicultura... ni menos.
De raíces bercianas por un lado y asturianas por otro, un día encontró en el entorno de Molinaseca una viña que atrajo especialmente su atención. Ocurrió a mediados de la década pasada. La viticultura y la enología despertó entonces tanto interés en ella que un año más tarde cursaba estudios en la Facultad de Enología de Burdeos (Francia). Acumuló experiencia trabajando en la bodega Luchey-Halde, de Pessac Leognan, mientras definía su proyecto en Molinaseca, que nunca planteó como un modo de vida, sino como una manera de vivir. Es, como en algunos otros casos en el Bierzo, un entretenimiento, el desarrollo de una pasión alentada no sólo por el conocimiento del vino de quien sabe disfrutarlo, sino por el descubrimiento de las posibilidades excepcionales de la mencía.
Esa viña de Molinaseca —justo al lado de la singular bodega excavada por una tuneladora en la ladera orientada hacia poniente que cae sobre el río Meruelo—, la que ya cuidaban sus abuelos en Arlanza y otras en Congosto y Borrenes, todas ellas de viejas cepas de mencía salpicadas de pies de doña blanca, palomino y godello, son la base de su actividad y la materia con la que viene experimentando desde la vendimia del 2005, aunque el resultado final sólo era conocido por familiares y amigos.
Acaba de concretar su adscripción a la Denominación de Origen Bierzo con un primer vino en el mercado bajo esa certificación, Van Gus Vana —referencia fonética de vino tinto en francés, con un añadido banal— y otro, Ratás , fuera de ella. Ambos son crianza: el primero del 2009 y el segundo el resultado de esas pruebas de añadas anteriores que descubren cambios en el proceso y revelan distintas formas de vinificar. Pero el Van Gus Vana es la línea a seguir.