Diario de León

turismo de interior

Un paseo sin prisas

Gradefes, una villa monacal. De sus muros emana tranquilidad. Gradefes luce con orgullo sus tres monasterios que configuran un recorrido que evoca silencio y la búsqueda de paz interior. En este municipio, formado por 19 aldeas, se unen la hospitalidad al viajero con siglos de historia. Un lugar cerca del bullicio de la ciudad pero lejos de la rutina diaria. ?? por nuria gonzález

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León

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En el entorno del río Esla, a 35 kilómetros de la capital leonesa y a 856 metros de altitud sobre el nivel del mar se sitúa Gradefes, un pequeño municipio con una extensión de 205 kilómetros cuadrados pero que engloba a un total de 19 pueblos en los que el visitante encontrará hospitalidad y algunas joyas arquitectónicas de gran valor, así como rutas de gran interés. El municipio forma parte de la denominada Ruta Escondida que sorprenderá a todas las personas que se sumerjan en su patrimonio. Sin duda que el icono de Gradefes es el Monasterio de San Miguel de Escalada que se puede visitar de lunes a viernes de 10.15 a 14.00 horas y de 16.30 a 20.00 horas hasta finales de mes. Las visitas son gratuitas. Desde octubre a marzo cambia el horario de tarde para contemplar este monumento, que pasa a ser de tres a seis de la tarde. Además se organizan visitas guiadas los martes y los domingos. Desde el año 1886 es Monumento Nacional y su origen se sitúa en el siglo X, concretamente en el año 913 por lo que el año próximo celebrará el aniversario de su consagración. Fue el entonces obispo de Astorga, Genadio quien consagró esta abadía el día 20 de noviembre del 913 (www.sanmigueldeescalada.org). Situado en la carretera que va de Mansilla a Gradefes, este monasterio fue fundado por monjes cristianos cordobeses que se asentaron sobre los restos de una iglesia visigoda anterior. En el año 1050 se renovó la fundación, abriéndose la puerta por la que hoy se accede al templo. Con la Desamortización, las últimas posesiones del monasterio fueron expropiadas.

En las excavaciones realizadas en 1968 aparecieron, en el subsuelo de la capilla románica, los cimientos del ábside de la primitiva iglesia visigoda. Su pórtico con doce arcos y la torre de la iglesia son sus elementos más destacados. Son muchas las vicisitudes por las que ha pasado hasta llegar a nuestros días.

En el monasterio cisterciense de Santa María de Gradefes aún hay mucha vida. Sus monjas, que aún rigen sus vidas por la regla de San Benito, se han reconvertido para sobrevivir a los tiempos. Así, tienen una pequeña hospedería para aquellos que quieran compartir sus silencio y elaboran dulces caseros con recetas de antaño en su propio obrador. Sólo se pueden comprar en este lugar. El origen de este cenobio hay que buscarlo en el año 1.164, cuando Teresa Petri fundó un monasterio para monjas cistercienses en sus tierras de Gradefes. Después, en el año 1168 se formó la primera comunidad, procedente de la abadía navarra de Tulebras, la primera cisterciense que existió en España. De esta construcción destaca su iglesia, además de su girola que sólo tenían otros cuatro monasterios en España, todos ellos masculinos. El claustro para la meditación, la sacristía o la sala capitular son algunas de las dependencias monacales que también ayudarán a comprender esta forma de vida. El monasterio también alberga un museo que se puede visitar y en el que se encuentran valiosas esculturas del siglo XII, sepulcros del siglo XIV, calices, crucifijos y lignum crucis. Está abierto todo el año pero solo los fines de semana, de 10.30 a 12.30 y de 16.00 a 18.30 horas.

En cuanto a la abadía se puede visitar los sábados y domingos de 10.30 a 12.30 y de 16.00 a 18.30 horas. Sólo se puede visitar el claustro y la sala capitular. Además, la iglesia permanece abierta todos los días del año de 09.00 a 20.00 horas. Desde julio y hasta septiembre se organizan visitas guiadas. Para más información llamar al 987 333011.

En la iglesia se pueden contemplarse los sepulcros con figuras yacentes de los esposos fundadores. Junto a la puerta de la sacristía están grabados un escudo de cabeza de vaca y una mujer con tocado, del siglo XV.

En las dependencias monacales se custodian las tallas policromadas de una virgen del XII y un Cristo gótico que formaba parte de un calvario del XIV. También se guardan vestiduras y calzado pertenecientes a la fundadora así como una imagen románica de Nuestra Señora de Gradefes y un crucifijo del siglo XIV de tamaño natural.

El tercer punto de interés es el Monasterio de San Pedro de Eslonza, prácticamente en ruinas y situado en Santa Olaja de Eslonza. En el valle del mismo nombre, entre los ríos Esla y Porma, se sitúa lo que queda de esta abadía benedictina fundada en el año 912, restaurado después por Doña Urraca en el 1099 tras ponerlo en manos de la monjas benedictinas. En el siglo XVI estaba de nuevo en ruinas y se edificó de nuevo en su totalidad. De hecho, la portada que se conserva está en la Iglesia de Renueva de la capital leonesa. Fue un lugar de hegemonía económica y cultural, lo que hace imaginar su importancia. Tuvo vida hasta el año 1835. Los visitantes sólo podrán contemplar sus ruinas, aunque se han hecho varios intentos para conservar, al menos, estos vestigios.

Muy cerca de aquí se encuentra el pequeño pueblo de Villarmún que tiene el honor de ostentar unas de las iglesias más características de la provincia fechada en el siglo XII. Es el primer pueblo del municipio, llegando desde Puente Villarente, y para visitar la Iglesia de la Asunción es necesario pedir las llaves en la aldea. Tiene elementos mozárabes y su retablo es barroco. De hecho, es uno de los pocos ejemplos que aún quedan de arquitectura tradicional entre el arte mozárabe y el románico.

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