Un paraíso de corales único

Lejos de la masificación de otras cavidades, aún se puede recorrer casi en soledad. Un paraje poco conocido que alberga en su interior un verdadero tesoro. Se trata de la Cueva de Llamazares, situada en el pueblo del mismo nombre perteneciente al municipio de Valdelugueros. Está en la solana del monte Coribos y para acercarse a la entrada hay que caminar unos veinte minutos, disfrutando del Valle de Llamazares y la cara norte del pico Bodón, guardián de los Argüellos.

Descubierta hace cuarenta años, alberga en su interior un verdadero paraíso de formaciones únicas en el mundo como las coralinas, que tienen su origen en algas cianoficeas (verde-azuladas) y no en carbonato cálcico. Conviven en su interior con estalactitas y estalagmitas mas jóvenes.

Las formaciones orgánicas se enriquecen y cambian a medida que se penetra en la montaña. Algunas agrupaciones se asemejan a coliflores y otras a arbustos y arbolitos o pequeños racimos, conformando un paisaje sorprendente. Altivas bóvedas vigilan los pequeños lagos, coladas, cascadas y pasadizos que se suceden hasta el final.

Formaciones coralinas más propias de las profundidades del mar que de la montaña pero que tienen su explicación millones de años atrás. Forma parte de un paisaje espectacular a tan sólo cuarenta kilómetros de la capital leonesa.

La Cueva de Llamazares sólo está abierta al público los fines de semana de junio a septiembre, aunque para las visitas de lunes a viernes se puede concertar cita en el teléfono 620 629 499 o 647 659 204. El precio de la entrada es de 10 euros y es gratuita para los menores de ocho años acompañados por un adulto. La duración de la visita en el interior de la cavidad es de unos 45 minutos y se recomienda llevar calzado y ropa deportiva. Los grupos para las visitas guiadas son reducidos.

Los visitantes se sorprenderán, y mucho, con la sala del Fondo del Mar, la de Las Mil y una Noches, dónde donde se eleva orgulloso un macizo coralino negro, o la sala de los Corazones, una demostración de este regalo de la naturaleza sobrenatural. A lo largo de sus galerías los colores rojizos y anacarados se mezclan con los tonos caramelo.

El juego de luces y sombras invitan al viajero a descubrir figuras utilizando la fantasía y la imaginación: un delfín, un hipopótamo, leones e incluso un buda y el lama en actitud de oración (www.cuevadellamazares.com).

Mejor con cita

Luis Álvarez es el encargado de custodiar esta cueva que se puede visitar el resto del año, con cita previa, siempre que las condiciones climatológicas permitan llegar hasta ella y adentrarse en su interior.

Explica que el hallazgo fue por casualidad puesto que una fisura abierta en la solana de la localidad de Llamazares despertó el interés de un vecino del pueblo, quien realizó la primera entrada y exploración de los primeros metros de la cavidad.

La boca de la cueva se abre a 1.475 metros de altitud y está catalolgada como de interés faunístico, según el Atlas de León, una entrada triangular que da acceso a una galería descendente. Tiene forma de H con dos galerías paralelas unidas entre sí por otra galería caótica, interrumpida por un pozo ciego de 46 metros. De ambas galerías, la de la derecha es la que está adaptada a las visitas y es la que tiene mayor altura y anchura.

La peculiaridad principal de esta cueva, que la convierte en una de las más originales del mundo, es el cúmulo de pequeños elementos geológicos de origen orgánico, singulares y únicos que difieren por completo de las típicas estalagtitas y estalagmitas que son habituales en muchas cuevas, presentando asimismo una fase de rejuvenecimiento posterior a la fase de calmatación.

Su formación de carácter orgánico tiene su origen marino, con una antigüedad de 200 millones de años. Las tonalidades suavemente anaranjadas de las formaciones coralinas de la Cueva de Llamazares dibujan la génesis de la belleza en los fondos oscuros. En su interior el color rojo es dominante. Según los estudiosos, el lugar donde se encuentran hoy las cuevas, pertenecía a un espacio marino. Con el paso de los años, la orogénesis alpina elevó estos terrenos a los altos niveles que hoy ocupan. En los últimos 40 millones de años, han sido las aguas las que se han encargado del resto; éstas han ido filtrándose y disolviendo la caliza, dando origen a otras nuevas estalagtitas tanto en el techo como en las paredes laterales. Estas últimas se mezclan a veces por todas partes con las de origen orgánico que se formaron en un principio, dando como resultado un espectacular paisaje que convierte a la Cueva de Llamazares en un centro de interés geológico y turístico diferente al resto de las cuevas del país y única en toda Europa.