«La irregularidad es también una virtud»

Vigneron et vinificateur». Grégory Pérez se trajo de su Francia natal no sólo esa condición, sino una manera de entender y hacer el vino. Fascinado por el Bierzo, encontró en los confines de su viña una Mencía distinta y diferenciadora: «No tiene nada que ver la de Valtuille con la de Dragonte, pese a la proximidad, o con la de Espanillo, donde yo tengo las viñas y donde los suelos son pizarrosos y dan vinos muy minerales».

La altitud y el suelo no son las únicas razones que hacen diferente cada bierzo. También lo son cada año por las condiciones en las que se desarrolla el ciclo vegetativo que, por ejemplo, hicieron que la última vendimia fuese distinta a las anteriores. «Algunos ven en esa irregularidad un problema, pero yo creo que es una virtud», afirma antes de avalar las excelencias del varietal y la destreza de quienes trabajan con la Mencía: «Digamos que, a diferencia de otras uvas y de otras zonas, el Bierzo no está de moda y por esa misma razón tampoco dejará de estarlo. Vamos poco a poco, pero estamos haciendo nuestra labor. Lo estamos haciendo bien», se sincera.

Pero en el catálogo de Mengoba, que en la denominación de la propia bodega esconde una declaración de convicciones

—Mencía, Godello y Valenciana, pese a la licencia gráfica—, comparten protagonismo las otras dos variedades blancas. «Hay dos godellos, los de cepa vieja y nueva, y dos aromas, pero en general la crianza le aporta muchísimo y tiene una magnífica evolución por la acidez natural. La Doña Blanca me gusta como aporte para el Godello. Le da cuerpo, le quita acidez y lo redondea mucho».