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HOSPEDERÍA MANUELA

Rústica y muy silenciosa

Barrio de Nuestra Señora.. Sencillez, comodidad y belleza conviven desde hace siete años en esta hospedería clásica a la cual no le faltan todos y cada uno de los ‘caprichos’ que exige el siglo XXI. . z?. . POR pablo rioja barrocal. HOSPEDERÍA MANUELA Calle Mayor 1, Barrio de Nuestra Señora 987 34 26 04 www.hospederiamanuela.com

Reformado en el año 2007, este hotel rural dispone de 11 habitaciones, salita, bar y restaurante.

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León

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Paso habitual de cazadores y pescadores, la Hospedería Manuela atrapa ya a primera vista, convence una vez te adentras en sus fronteras y embelesa cuando el olor a cocina astur leonesa se cuela por las esquinas.

La localidad de Barrio de Nuestra Señora tutela desde hace siete años cada uno de sus pasos —tropezones incluidos— regalándole naturaleza en estado puro y esa pizca de tranquilidad que el huésped siempre sabe agradecer. La escapada desde León capital ‘cuesta’ apenas unos 20 minutos en coche —dirección Puente Villarente— y su cocido montañés de los domingos no tiene precio, o al menos uno que haga justicia a su sabor.

Antes de caer en manos de Pedro Tejerina Caballero, su actual propietario, ya dio cobijo a cientos de viajeros durante un cuarto de siglo, pero tanto él como su buen amigo David Rebordinos supieron lavarle la cara y el alma. «Manuela es una hospedería clásica, 100% rural pero a la que no le faltan las comodidades que exige el siglo XXI», puntualiza.

De sus once habitaciones —minimalistas, rústicas y sencillas— me quedo con la suite; 90 metros cuadrados, cama especial y paredes acristaladas. Joya de la corona preparada especialmente para alguna que otra escapada romántica.

Otro de los rincones donde conviene perder el tiempo es en su bodega climatizada, cuna de crianzas y reservas en la cual descansan nueve denominaciones de origen diferentes. «Predominan los Riojas y Riberas, aunque hay hueco para los vinos de la tierra». Además del cocido dominguero —siempre por encargo— de sus fogones salen suculentos platos ya sea como menú del día o con carta tradicional.

Telas de hilo y algodón, madera, piedra o forja decoran cada una de sus estancias. De darle color y vida, se encargan quienes la habitan. Durante el invierno, mientras la nieve cubre las pistas de San Isidro bajan a hospedarse muchos esquiadores huyendo de las grandes aglomeraciones y en busca de «un hogar más acogedor», asegura Pedro.

Su proximidad con el embalse del Porma pone en bandeja la posibilidad de practicar deportes acuáticos, senderismo, rafting o darse un paseo hasta Vegaquemada, el Museo de la Fauna Salvaje, Puebla de Lillo y Boñar. Pero sobre todo, lo que regala Manuela es un rato lejos del mundanal ruido.