PEIQUE RAMÓN VALLE
UN mencÍa Fácil y elegante
«Fácil de beber, que no es lo mismo que facilón, y tan elegante como la Mencía». Jorge Peique, fiel representante de una genial promoción de enólogos bercianos que hizo sublime el tinto de la vinífera autóctona, define así el vino que también es homenaje.
Los vinos son para disfrutarlos, no para sufrirlos». La muy cabal proclama de Jorge Peique, autor del Ramón Valle y los otros grandes vinos de la bodega que lleva por nombre el apellido familiar, encierra en esa justa brevedad la declaración de intenciones que guía toda la actividad en las viñas y las instalaciones que la sociedad tiene en Valtuille de Abajo, corazón del Bierzo vitivinícola. «Nosotros siempre buscamos la elegancia y lo hacemos desde la labor en las fincas al trabajo en la bodega. Estamos en la línea de preservar esa virtud de la variedad sin hacer vinos demasiado estructurados. En definitiva, de lo que se trata es de que al final a la gente le guste el Mencía, que lo considere recomendable y que la identidad de la uva sea reconocible en el vino. Si lo consigues, habrás hecho un gran trabajo», afirma.
El Ramón Valle 2012 es un vino «muy elegante, redondito, sin aristas y muy trabajado» que brota de viñedos de entre 45 y 55 años, se somete a una maceración en frío durante cuatro o cinco días y realiza durante doce o catorce —«para extraer las cosas buenas»— en depósitos de acero, «siempre con levaduras autóctonas». Tras la fermentación maloláctica pasa a barricas «de entre uno y cuatro o cinco usos», donde permanece siete meses. Es básicamente roble francés (60%), ruso (20%) y cada año con menor presencia del americano (10%), en retirada en la bodega. «Para la Mencía es mejor una madera que no marque mucho, porque es muy delicada y se comería la fruta, los aromas y la frescura», defiende el enólogo, que considera «imprescindible» que el vino permanezca en botelal en la bodega entre cuatro y seis meses antes de salir al mercado.
El Ramón Valle , con el que la familia rinde homenaje al abuelo materno, propietario de la mayoría de los viñedos de la sociedad, es por orden de nacimiento el cuarto tinto de Peique, tras el joven, el Viñedos Viejos y el Selección Familiar . «Había un salto importante entre el primero y los otros dos y también un hueco interesante desde el punto de vista enológico y comercial», afirma su autor antes de precisar que «no en calidad». «A veces se menosprecia al joven y un buen joven de Mencía es siempre y también un gran vino», proclama.