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TENOIRA GODELLO

Berciano de buena casta

«La máxima expresión de la Mencía siempre estuvo y seguirá estando en el Bierzo pero el Godello no se va a quedar atrás». El cumplimiento de esa premonición exi- ge trabajo, honestidad y compromiso. Eso es en esen cia ‘Tenoira’, el último gran blanco con ADN berciano.

Publicado por
RAFAEL BLANCO
León

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Esta misma semana, cuando la vendimia se anuncia inevitable y prometedora en el Bierzo, se embotellaba la segunda elaboración del último gran godello berciano. Ese vino —y otros que vendrán—era una idea largamente acariciada por Guillermo Tenoira Gayoso, entusista e inquieto ideólogo del proyecto vitivinícola al que pone nombre propio con sus apellidos. «Es un vino complicado. Siempre tuve la idea, ahora veo que equivocada, de que el blanco era un vino fácil y rápido en su proceso desde la viña al consumidor. Nada de eso. En poco tiempo supe que muy bien puede ser un vino largo, incluso para guardar, y que aguanta muy bien porque tiene estructura. Lo dio el 2012 y lo mejorará el 2013, porque tiene más cuerpo y más boca. Bien cuidado, el godello puede dar muchísimo juego».

Ese perfil de vino que define Tenoira Gayoso es el de un blanco «sedoso y graso en boca, al estilo de los clásicos... un vino de esos que se note que estás metiendo algo en la boca». Una idea que probablemente choca con muchos de los godellos actuales, que no lo son en el sentido estricto —con preocupante frecuencia mezclan otras variedades autorizadas, por supuesto, pero no declaradas al consumidor— o bien lo son de cepas traídas de otras zonas de producción y a las que delatan el dibujo foliar y la estructura del racimo. Frente a lo que define como «tendencia productivista» que se implantó en el Bierzo en el último tercio del siglo pasado y que alentó la práctica de la injerta de varas de Godello de Valdeorras y la plantación generalizada de Doña Blanca y Palomino, Tenoira Gayoso defiende la necesidad de recuperación del Godello de viejo de cepas centenarias desde una estricta selección de clones. Lo hizo él a partir del injerto de 12.000 cepas cuya producción no supera los 4.000 kilos por cada una de las 4 hectáreas de la variedad de las 18 del viñedo familiar. «Tenemos que asumir que los rendimientos condicionan el precio. En esas condiciones es difícil hacer un monovarietal competitivo por precio frente a otros blancos. Pero nuestra apuesta debe ser la calidad. Es nuestra guerra. Y el compromiso, hacer godellos cien por cien. Es una de las grandes apuestas del Bierzo», afirma. La suya personal apunta ya a un segundo blanco de elaboración más compleja, con fermentación en barrica y un tiempo en madera.