De viaje a
sobrado
Huertas y árboles frutales parecen dibujar un pequeño gran Edén a lo largo y ancho de este municipio que funde en perfecta armonía El Bierzo con Galicia. Bañado por las aguas del río Selmo, presume de playa fluvial, rutas de senderismo o una gastronomía en la que se alzan con fuerza manzanas, peras, botillo, pimientos, cecina o vino
Se abre paso el río Selmo entre montañas y valles sin mucha prisa a través de Sobrado como quien contempla una bella estampa casi de cuento y sopesa, soñador él, la posibilidad de alojarse allí al menos por toda una eternidad. Pero el tiempo jamás otorga una tregua y sus aguas, aunque a muchos vecinos y turistas le sirven de escape emocional durante los meses de calor, bajan sin remedio a morir al Sil o quizá, según se mire, a llenarle de una nueva vida.
Y entre tanto, esta tierra de castaños que funde Bierzo y Galicia en perfecta armonía, se levanta cada mañana dispuesta a extender lazos a propios y sobre todo a cada vez más extraños en busca de tranquilidad, un verde pintado por cualquier dios caprichoso, senderos que conducen a ninguna parte o una gastronomía digna de cualquier guía de renombre.
Precisamente todo el municipio, integrado por Friera, Cabarcos, Cabeza de Campo, Cancela, Portela de Aguiar, Sobredo y el propio Sobrado, forma parte de la zona de producción de algunos de los grandes manjares que pueden degustarse en El Bierzo como son sus excelentes vinos, la manzana reineta, el pimiento, el botillo, la cecina o la pera conferencia. Productos con denominación que se ganan día a día cada vez más adeptos.
Los amantes del senderismo encontrarán aquí un universo de rutas, como la que une Sobrado con Las Médulas. Friera, Carril, Requejo y Valiña se irán apareciendo en el camino a cada cual más majestuosa, para llegar, poco después, hasta Villarrando, donde se toparán con unas espectaculares vistas del pequeño embalse de Campañana. El Lago de Carucedo y finalmente Las Médulas culminan una aventura apta para todos los públicos.
Otra alternativa es la conocida como La Mirada Circular, que cruza parte del municipio y cuyos 335 kilómetros divididos en quince etapas muestras monasterios medievales, pallozas, pueblos de gran sabor o la huella más profunda dejada por los romanos, entre otras muchas cosas. Puede hacerse a pie o en bicicleta. Asimismo, el viajero podrá acercarse hasta los farallones de caliza de la Sierra de la Encina de la Lastra, una rareza en tierras ácidas.
Sus templos, retablos, la estampa medieval que en el pasado reinó con gloria y de la que hoy apenas quedan restos o toda su arquitectura popular también suelen robarle a viajero varios gestos de admiración en cualquiera de los pueblos del municipio. Hay pocas cosas que restan. La mayor parte de sus fiestas patronales transcurren durante la etapa estival. Rinden culto a la virgen del Carmen, San Pedro, San Bartolomé, San Esteban o San Roque, aunque Portea a Aguiar rompe la regla al celebrar San Julián el 7 de enero.