el rey de los roscones

E n ninguna otra época como en Navidad se consume tanto dulce. Turrones, mazapanes, polvorones, piñonadas y todo tipo de bizcochos y chocolates se hacen los amos de la buena mesa y van dejando paso, a medida que avanzan los primeros días del año, al rey de los postres navideños: el roscón de Reyes, que en sus entrañas de masa esconde bien la figurita que lleva a quien la encuentre a ser coronado como alteza o bien esa haba que nadie quiere hallar porque obliga a quien sea pagar. Y el rey de reyes de los roscones que endulzan la vida en esta época del año es el que elabora artesanalmente la confitería Mirador del Ermitage, que desde hace siete años ofrece sus delicias a los bañezanos y ya desde hace uno ha extendido su sabor también al centro de León, con la apertura de su nueva tienda en la calle Lope de Vega de la capital, esquina con Ramón y Cajal.

En cualquiera de estos dos establecimientos y ya desde el día de Nochebuena —la producción se ha adelantado para adaptarse a la demanda actual— el cliente puede encontrar cualquier de los formatos de las cuatro variedades de roscón que elabora la confitería del Mirador del Ermitage. Triunfa el tradicional, pero también los rellenos, bien sea de nata, crema o trufa, uno de los más demandados.

En su elaboración todo es artesano y el secreto de su exquisito sabor y su inigualable textura —el mismo que hace de este roscón el mejor del mundo— es el prolongado tiempo de amasado y fermentación de la masa. Un cuidado proceso que da como resultado un roscón jugoso y sabroso, totalmente libre de tratamientos químicos y perfecto para coger fuerzas en el desayuno, completar una buena comida o endulzar la noche tras la cena.