Cerrar

PILGRIM

Vino para hacer el camino

No es que el Camino de Santiago pase cerca. Es que pasa por la puerta e inevitablemente la mirada del peregrino, a punto de coronar el alto de Pieros, se desvía hacia la derecha. ‘Pilgrim’ es el motivo de esa atracción. El de Godelia es el vino del Camino, de quienes lo hacen y de quienes lo tienen como patrimonio.

Publicado por
RAFAEL BLANCO
León

Creado:

Actualizado:

La bodega más peregrina del Bierzo —en su simbología está desde que se creó la concha que identifica al caminante— presume de esa condición y juega ahora un as que tenía en la mano. Pilgrim había sido una referencia utilizada pero no explotada en todas sus posibilidades y en la dimensión que merece. Bajo una presentación de premio —es uno de los dos mejores diseños de Roman Bold en este campo— y con tres soberbias elaboraciones —un blanco bivarietal y dos mencías joven y crianza—, la serie se presenta no sólo como «el vino del Camino», sino como «una idea que transmite buen rollo en la relación con el consumidor por su impacto visual y por el carácter del producto. Son vinos desenfadados, divertidos y que permiten a la bodega jugar con una segunda posibilidad en su oferta comercial», razona Olga Verde, ilusionada autora de estas y otras referencias que en poco tiempo, desde 2009, colocaron a Godelia en la vanguardia de la enología en la comarca.

Con un mercado potencial extraordinario, fundamentalmente en el exterior, pero también al paso de la ruta y sobre todo en su punto de destino —Santiago de Compostela es objetivo de conquista—, los Pilgrim se presentan como un motivo de atracción para el peregrino, con el que la bodega busca identificación, complicidad y algún modo de interactuación en el momento y en ese escenario cautivador del que nace el vino —sin duda uno de los mejores escaparates del viñedo berciano— y tras el regreso a casa de quien lo prueba.

En ese juego que se mueve entre la emoción y el recuerdo y que como objetivo para la segunda serie se marca la elaboración de 45.000 botellas en cada uno de los tres casos, porque es «una línea para estar en todos los mercados y una marca con mucho recorrido», llama la atención el blanco que nace del coupage un 80% de Godello y el 20% de Doña Blanca vinificados por separado y con entre cinco y seis meses sobre lías, con batonnage periódico. Son cepas de entre 30 y 60 años de viñas de los parajes del Castro y Legúas, con maduración en punto de dorado para la primera para buscar un perfil glicérico y graso y el contraste de la frescura y los cítricos que aporta la segunda. El resultado es un blanco muy frutal, incluso salino y mineral, con mucho volumen en boca y fortaleza suficiente para sustentar una buena mesa.