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FLOR DEL PÁRAMO

UN DULCE MUY, muy NATURAL

Más allá de una moda, los blancos dulces se han convertido en un fenómeno de consumo en León que crece exponencialmente. ‘Flor del Páramo’ —un vino, vino de bajo grado alcohólico— es el último en llegar. Pero lo hace con fuerza y buenas razones para triunfar en un mercado joven y fresco.

Publicado por
RAFAEL BLANCO
León

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No es un frizzante ni un aperitivo vínico, sino un vino con todas las letras, un vino dulce natural». Frente a la diversidad de productos que se mueven a torno al vino tradicional, el Flor del Páramo dulce reivindica el «vino, vino», aunque el contenido de azúcar lo ponga en esa antesala de los blancos tradicionales, en realidad una estancia temporal desde que se accede a los más convencionales. Los semidulces, o abiertamente dulces, porque lo son aquellos cuyo contenido en azúcar supera los 50 gramos por litro —60 en este caso, en un aporte más contenido de lo que es habitual—, parecen haber roto definitivamente el mercado y, en el caso concreto de León, se han convertido en un producto de alto consumo más allá de una moda temporal. «Lo empezamos a elaborar por necesidad del mercado y demanda de la hostelería, incluso con partidas especiales para determinados clientes», admite Pedro González Mittelbrunn rendido a la evidencia.

«La verdad es que, pese a ser la primera elaboración y a que acabamos de salir al mercado, nos está yendo muy bien», afirma el gerente y director técnico de Leyenda del Páramo, un proyecto que se asienta sobre la solidez de su profundo conocimiento del mundo del vino en general y de la zona de producción, de los procesos técnicos y de las variedades propias en particular.

Este Flor del Páramo que es el cuarto de la serie —hay otro blanco, un rosado y un tinto joven— se elabora a partir de uvas de la variedad Verdejo del viñedo que rodea a la bodega. Se trata de uva sobremadurada que se recoge una vez alcanzados los quince grados de alcohol y se somete a un proceso de fermentación como el de cualquier otro vino, con la diferencia de que en este caso se corta el proceso por frío en cuanto el contenido de los depósitos de acero alcanza esos sesenta gramos de azúcar residual y los once grados alcohólicos. En este caso, y a diferencia de otros, se ha tenido especial cuidado con mantener un buen nivel de acidez que garantice una cierta frescura al contrarrestar el efecto del azúcar evitando que empalague. Ideado como un vino de gran rotación en hostelería, se presenta en botella bordelesa y ya con tapón de rosca en una decidida apuesta de la bodega, que lo comercializará inicialmente en León, con Asturias y la exportación como objetivos.