De viaje a
benavides de órbigo
Tierra de gente noble, forjada a golpe de trabajo, de campo y labranza. Tierra con aroma a lúpulo y de tradición confitera. Tierra de reyes y de histórico esplendor a la Ribera del Órbigo... Benavides abre sus puertas a quien quiera disfrutarlo en días venideros, coindicidendo en su Feria del Dulce, que cumple una década, o las fiestas del Bendito Cristo de la Vera Cruz El repique de las campanas, alegres pasacalles y entonados vítores anunciarán, a mediados de septiembre, las fiestas patronales, que despiden el verano festivo en la Ribera del Órbigo Hasta 34 expositores participan este fin de semana en la décima edición de la Feria del Dulce. Como antesala, esta noche se celebrará el Festival Suena Benavides, dirigido a los jóvenes
E n el corazón de la Ribera del Órbigo —surgida de la unión de otros dos ríos en plena madurez, el Luna y el Omaña— se encuentra el municipio de Benavides de Órbigo, heredero orgulloso de su apellido. Tierra de gente noble, hospitalaria y generosa, apegada a lo suyo, que se ha ido forjando a golpe de trabajo y esfuerzo. Tierra de labranza y de campo, de la que dan fe sus choperas y el inconfundible olor a lúpulo que, en estas fechas, inunda los pueblos ribereños.
Uno de los principales elementos que ha servido tanto al desarrollo económico como al intercambio cultural no sólo en Benavides, sino en la extensa Ribera del Órbigo, ha sido y es el centenario y reconocido Mercado de los Jueves. Precisamente hoy, se cumplen 709 años desde que, un 28 de agosto de 1306, el Rey Fernando IV —mediante un Privilegio Rodado— concedió a Benavides la facultad de realizar un mercado todos los jueves del año. Desde entonces, es un referente en la actividad socioeconómica de la zona que rompe la rutina cotidiana de la villa con su jaleo inusual y el trasiego de paisanos ribereños para reencontrarse en el ritual semanal del trueque y el trato.
Ahora que los días menguan dispuestos a despedir agosto, Benavides se viste de gala para compartir con vecinos y foráneos sus mejores viandas y presentes en la Feria del Dulce, que este fin de semana cumple una década y reúne a 34 expositores de dulces y repostería y un amplio programa de actividades para todos los públicos y edades. Es esta feria un evocador ejemplo de los olores y sabores de una tierra endulzada por tradiciones confiteras y culinarias. La Feria del Dulce se ha consolidado como un referente y es punto de encuentro de los profesionales del sector en la provincia. Además, este año, como antesala de la feria, el Ayuntamiento ha organizado para esta misma noche el Festival Suena Benavides, orientado a un público joven. Le darán forma los grupos La Maravillosa Orquesta del Alcohol (La Moda) y La Tribu.
Pero el ambiente festivo de Benavides no acaba aquí. Al son de alegres pasacalles, repique de campanas y entonados vítores; a mediados de septiembre se anuncian las fiestas patronales del Bendito Cristo de la Vera Cruz. Calles engalanadas de fiesta, gigantes y cabezudos bullendo de alboroto frente a la Fuente de los Ocho Caños —uno de los atractivos de este municipio leonés—, carrozas, peñas y charangas que tiñen de color su estela, fuegos de artificio y fastuosas verbenas despertando al alba. Todo ello para despedir el verano festivo de la Ribera del Órbigo.
Para sentir el folclore de Benavides y sus cinco pedanías —Quintanilla del Valle, Antoñán del Valle, Vega de Antoñán, Gualtares de Órbigo y Quintanilla del Monte— no es condición exclusiva haber nacido en ellas, sino acercarse a conocerlo y disfrutarlo. Por eso, abre sus puertas de par en par para acoger, este fin de semana y en los días venideros, a cuanto viajero desee parar y repostar en una villa de enormes potencialidades y suculenta y consistente gastronomía, entre la que sobresale el dulce —como ya ha quedado de manifiesto— pero también los callos y las sopas de ajo o trucha, más propias de la época en la que el sol se esconde.
Tierra de reyes y de histórico esplendor más allá de la Ribera del Órbigo, Benavides dispone de todos los servicios necesarios para hacer cómoda la vida de sus vecinos: auditorio municipal, biblioteca, telecentro, escuela de música, polideportivo, piscinas, guardería camping y gimnasio. No faltan opciones ni de ocio, ni de cultura ni tampoco bonitas estampas que inmortalizar en un ligero paseo por sus calles. Destaca la ya mencionada Fuente de los Ocho Caños, frente a la casa consistorial; pero también su puente de piedra, sobre el que se erige un molino restaurado que da cuenta de su apego al campo; la iglesia y la ermita.