Diario de León

El botillo no está solo

Igual que el Castillo es el emblema monumental de Ponferrada, el botillo lo es de su gastronomía. El embutido rey que cautiva estómagos comparte escena en el Bierzo con otros platos de gran calidad que trasladan al comensal a un mundo de sabores y texturas propios de una cocina eminentemente tradicional y elaborada con mimo

Una mesa montada con buena parte de los productos distinguidos con un sello de calidad en el Bierzo. Peras conferencia, pimientos asados, castañas y sus derivados, botillo y, por supuesto, vinos con Denominación de Origen Bierzo

Una mesa montada con buena parte de los productos distinguidos con un sello de calidad en el Bierzo. Peras conferencia, pimientos asados, castañas y sus derivados, botillo y, por supuesto, vinos con Denominación de Origen Bierzo

Ponferrada

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Dice el refranero popular que para llegar al corazón hay que pasar primero por el estómago y esto Ponferrada —como capital de una comarca de gastronomía puntera— lo sabe hacer con maestría. Para comer bien en el Bierzo basta con sentarse a la mesa y disfrutar de los sabores, texturas y olores productos de calidad reconocida que están en la base de los platos más solicitados y conviven con otros de arraigo popular.

Así, el siempre rey de la mesa, el explosivo botillo; los pimientos asados, las frutas con sello de calidad, como la pera conferencia y la manzana reineta; las castañas y todos su derivados comparten escenario en una cocina eminentemente tradicional con otros, como el pulpo o el bacalao, que sin ser de origen, no faltan en la mesa de cualquier berciano, fundamentalmente por la influencia de la cocina gallega.

Las setas y los quesos artesanos no pueden faltar tampoco en la pirámide gastronómica de la capital berciana, inherente a la del resto de la comarca. Una pirámide asentada en productos de origen vegetal de primera calidad —patatas, cebollas, repollo, berzas y un largo etcétera— y aderezada con vinos con Denominación de Origen propia, aguardientes, licores y, por supuesto, la limonada, circunscrita a esa época del año en la que los ponferradinos se dedican a ‘matar judíos’ haciendo la ‘ronda’ en bares que han tomado, asimismo, la riendas de la gastronomía local. No en vano, algunos han conseguido prestigio nacional con la elaboración de tapas con nombre propio, como las archiconocidas patatas bravas de El Bodegón, siempre a la cabeza de los ranking.

Diga lo que diga la Organización Mundial de la Salud (OMS), Ponferrada y su comarca son carnívoras. Aquí se comen carne y embutidos de primera calidad. Carnes de ternera, de caza o de cerdo que hacen las delicias de los amantes del buen yantar, bien sea a la plancha, a la brasa, a la parrilla o en cazuela y con o sin aderezo. Tampoco las truchas pasan desapercibidas cuando se abre la veda en cualquier degustación.

Y de postres tampoco anda mal servida la zona. Cualquiera de los elaborados a base de pera conferencia y manzana reineta, un buen rosco o bizcocho, que puede hacerse con harina de castañas; el siempre recurrido queso con membrillo capaz de endulzar el final de cualquier comida, los buñuelos o, cómo no, las cerezas, que sirven de postre o como aperitivo. Están buenas a cualquier hora.

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