la sombra del tren del sil
Una vía huérfana y un tren que aguarda en boxes recuperar el esplendor que contagió al valle del Sil a partir de 1919. El Ponfeblino espera su momento sabedor de lo importante que fue en el pasado y lo crucial que puede resultar para el futuro del valle del Sil. Es más que un tren turístico, es el vehículo que puede llevar al valle a su destino y poner en valor una zona habitada por el oso pardo y el urogallo, de prominentes cumbres y rico patrimonio industrial
H ay vía —a duras penas en algunos puntos del viejo trazado ferroviario entre Ponferrada y Villablino— pero no hay tren. Las locomotoras ya no impregnan de ruido y de vida, a la vez, el entorno natural del valle del Sil; pero en la cabeza de sus vecinos más longevos se mantiene intacto el silbido de las viejas glorias de vapor. La 31 —activa entre 1943 y 1989— fue un emblema hoy añorado, símbolo de un pasado próspero creado en torno al ferrocarril. Y es que la sombra del Ponfeblino es alargada, al igual que el ciprés de la primera novela de Miguel Delibes. Las generaciones con más arrugas no olvidan lo que esta infraestructura supuso para la zona y sus descendientes claman ahora por la puesta en valor de las vieja vía y el mítico Mixto, reconvertido en un tren turístico en el que se han puesto muchas expectativas pero, de momento, poca credibilidad.
Hace más de tres años que por la vía ferroviaria Ponferrada-Villablino no corre carbón y fue en 1983 cuando el tren dejó de transportar viajeros. Su adiós cerró una etapa pero sobre su figura gira un proyecto que puede suponer una nueva reconversión que ya no pilota en torno al carbón, pero sí sobre el turismo. El Ponfeblino conectaría directamente el espléndido pasado industrial del valle del Sil con un futuro de desarrollo turístico. Esta recordada infraestructura puede convertirse en el hilo conductor idóneo para poner en valor una de las zonas más olvidadas de la comarca del Bierzo y su enlace con Laciana.
El Alto Sil aguarda penitente su momento, la oportunidad de pasar a la primera línea, de la que en el Bierzo se han adueñado Las Médulas y el Valle del Silencio. Quizás el Ponfeblino sea el vehículo que permita a la zona alcanzar su destino. No puede ser entendido de otra manera. Retomar los viajes de más de dos horas en tren entre las capitales del Bierzo y Laciana y hacerlo como una alternativa de ocio que lleva al pasajero a una espacio que por sus características debería ser protegido, habitado por especies tan seguidas como el oso pardo y el urogallo, terreno que pisa el lobo y hábitat de especies vegetales autóctonas que sombrean el recorrido del Ponfeblino confiriéndole un halo bucólico que multiplica su acción evasora. Qué mejor manera de relajarse.
Hasta 400.000 viajeros al año transportó el mítico Mixto. El silbido de su locomotora erizaba el bello de los pasajeros que aguardaban su llegada en estaciones y apeaderos. Hoy la sensación es bien distinta, aunque la belleza del vergel que surca la vía del tren sigue intacta. Un paseo al pie de los raíles basta para ver de cerca el potencial que ofrece la zona. El Ponfeblino no sólo conectaría Ponferrada y Villablino, sino que llevaría directamente a un territorio inexplorado por la mayoría en el que el silbido del tren se abrió paso allá por 1919.
Ya no circulan tren, es verdad, pero la vía sigue ahí, viendo pasar el tiempo, compartiendo escena con la una naturaleza ávida por ganarle terreno, bella pero invasora. Es la hora de actuar.