pan nuestro de cada día
El pan de hogaza. Ese es el producto estrella que ha hecho grande la fama de la Panadería Alonso en Hospital de Órbigo. Un negocio familiar con 116 años de historia que tiene claro cuál es la clave del éxito, «no venirse arriba cuando las cosas van bien, ni hundirse si vienen mal dadas», como señala su dueño, Antonio Alonso.
N o todos los días se cumplen 116 años de actividad profesional, madrugando y durmiendo «cuando se puede» para que a nadie le falte su pan por la mañana. Un pan como los de antes, hecho en uno de esos hornos que han gestado maravillas. Un pan de hogaza, de los de corteza dura que tanta fama atesoran en la zona del Órbigo. Un «pan estrella» que en Hospital nace de las manos Antonio Alonso, ‘culpable’ de haber extendido la fama de esta panadería más allá de las fronteras leonesas. «¿El secreto? No venirse arriba cuando las cosas van bien, ni hundirse si vienen mal dadas», señala.
Una filosofía fácil de decir pero tremendamente difícil de poner en práctica. En la Panadería Alonso, sin embargo, es una máxima. «Me gusta salir fuera y ver qué se cuece en el sector, preguntar a la gente qué es lo que quiere, conocer sus gustos pero, eso sí, sin renunciar a lo nuestro». Y es que Antonio se niega a creer que lo nuevo es siempre lo mejor. «Si estamos aquí hoy es porque hemos evolucionado está claro, pero no soy de los que desprecia el sabor que tantas tardes de gloria ha dado a León». En lo que a panes se refiere, ese sabor sabe a hogaza. También tienen todo tipo de barras, con las últimas variedades e incluso algunos de sus nuevos productos —como es el caso de las empanadas— han pasado a confeccionarse a la carta. «El cliente puede pedirnos de qué la quiere y qué ingredientes le ponemos o no». Las hacen de bonito, pulpo, chorizo, morcilla... El ser una empresa pequeña, donde la producción no exige grandes cantidades, les permite una cercanía casi fraternal con quienes cada día se acercan por la tienda.
Antonio entiende como pocos que la paciencia y el tesón son dos ingredientes básicos para subsistir. «Los tiempos nunca son buenos. Ahora parece que las cosas van mal, pero yo recuerdo de niño cuando iba a repartir con mi padre que los campesinos se quejaban o los comerciantes atisbaban crisis económicas. A mí me gusta probar productos nuevos, pero de cinco que haga seguro que cuatro me van a salir mal o no van a gustar a la gente. Puedo rendirme o volverlo a intentar». Esa es la mentalidad de un genio anónimo que mañana volverá a sorprender una vez más tanto dentro como fuera de la provincia.