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Mencía sin fronteras

Es la primera bodega particular por volumen de producción, pero sería injusto quedarse sólo con esa referencia. Vinos de Arganza, sus vinos, son la globalización del Bierzo.

L. DE LA MATA

Publicado por
RAFAEL BLANCO
León

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Buque insignia de la sociedad familiar que agrupa a otras dos bodegas —Álvarez de Toledo y la rescatada Palacio de Arganza—, Vinos de Arganza es la primera bodega del Bierzo por volumen de ventas y presencia comercial en los mercados internacionales. Y lo es no sólo por la extensión de su red y la eficiencia de la estructura comercial, sino también porque la apreciable calidad de sus vinos y la extraordinaria regularidad en las calificaciones más acreditadas. Constituida como sociedad en el año 2000 en el entorno al que remite la razón social y ubicada finalmente en Toral de los Vados desde el 2003, la sociedad que en 2004 pasó a estar bajo la exclusiva tutela de Víctor Robla Carreiras afronta una nueva etapa desde la implicación directa de sus cuatro hijos en un negocio que ha experimentado en ese corto espacio de tiempo un crecimiento exponencial, sustentado sobre todo en el profundo conocimiento del mercado por parte de quien inició su carrera profesional en Galicia, vinculado al vino riojano, antes en encontrar en el Bierzo y en los vínculos familiares con la comarca su gran oportunidad. Robla Carreiras es un profundo conocedor del mundo del vino, particularmente en el aspecto comercial. Sólo así puede explicarse que en tan poco tiempo haya situado la bodega en un nivel de ventas que supera ampliamente el millón y medio de botellas vendidas en un año y que sus marcas estén en la hostelería, por supuesto, pero sobre todo en los lineales de las grandes cadenas de alimentación nacionales e internacionales. Inicialmente sólo embotellador, finalmente ha sucumbido a la tentación de viticultor y elaborador, incluso a la práctica de vinificaciones especiales, para cerrar el círculo desde el punto de partida. Esa ampliación de la actividad y el crecimiento del negocio le han exigido una profunda y continuada reordenación y redimensión de las instalaciones en Toral de los Vados, ejemplares en eficiencia energética, racionalidad, orden y limpieza. Ahora, en un plan a siete años, prepara el relevo generacional con el objetivo de que «no muera el bodeguero por cortar el cordón umbilical» y desde la implicación directa y continuada de Víctor, Nacho, Javier y Carlos Robla Varela en la sociedad a partir de la parcelación de la actividad, en cualquier caso interrelacionada y siempre, al menos a corto plazo, bajo la tutela del padre. «Es un trabajo sano, es bueno y me gusta», confiesa satisfecho y sincero el progenitor.