Diario de León

música sin edad

La música tradicional entendida como un todo en el que no sólo las notas son lo importante, también las historias, anécdotas y costumbres de antaño y los músicos de raíz. Los Pamplinas revalorizan la tradición musical y devuelven al presente lo que caracterizó a generaciones pasadas; una riqueza que debe pervivir. Son trovadores 2.0 Su primer trabajo discográfico saldrá al mercado antes del verano y en el último año han llevado su propuesta por toda la provincia y a otras regiones limítrofes, como Orense y Zamora, y algunas más alejadas, caso de Cáceres LOS INSTRUMENTOS DE LA MÚSICA TRADICIONAL

LOS PAMPLINAS

LOS PAMPLINAS

Ponferrada

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L as pamplinas son unas plantas de flores blancas que crecen en zonas húmedas, como los regatos tan de aquí por los que discurre el agua pura, y Los Pamplinas es un grupo de música tradicional berciano que ha tomado el nombre de las mismas porque su música, como ellas, es fresca y con raíces. La música de antaño con la estética de entonces traída al presente a través del sonido de instrumentos como la flauta y el tambor, la pandereta, la gaita y la caja y, desde luego, de la voz de Denise Silva, Diego Segura y Diego Bello. Ellos dan forma a un grupo que ha decidido hacer de la tradición una fórmula de éxito, entremezclando con las canciones antiguas historias y vivencias propias del rural berciano y de las comarcas limítrofes y convirtiéndose en trovadores 2.0.

«Tocamos, cantamos y contamos lo que decenas de mayores nos han enseñado», explica Diego Bello. Abuelos, abuelas, tamboriteros, pandereteras, gaiteros y percursionistas son sus fuentes de inspiración y las personas a las que quieren homenajear. Y no hay mejor forma de hacerlo que impidiendo que muera aquello que les identifica. Para ello, viajan en el tiempo con el público, contando andanzas y tradiciones que siempre están ligadas a una canción; así como las anécdotas que han reunido en el escrupuloso trabajo de campo realizado para poder dar forma a un producto novedoso que, y ahí está la paradoja, vende lo antiguo.

También repasan las costumbres, como la de poner una mariquita —coquín de Dios o Papasol— en los dedos para que los contara y después de contarlos echara a volar. Eso sí, había que decir antes las palabras adecuadas: «Mariquita de Dios, cuéntame los dedos y vuela para Dios». Palabras como cantares, que había para todo, desde para conjurar las tormentas, hasta para meterse con los del barrio vecino.

Algunos de los músicos de los que Los Pamplinas hablan en sus actuaciones han sido elevados a la categoría de leyenda, como Antonio García, tamboritero de Noceda, e Isidro Álvarez, gaiteiro de Soutelo. De Isidro recuerdan que «cuando salía a tocar por la mañana la alborada, con aquella gaita que le habían traído de Cuba, se le sentía desde Cela, a pesar de haber varios kilómetros y valles de distancia». De Antonio cuentan, reproduciendo lo que se dice en la zona, que «murió de silicosis a pesar de no haber trabajado en la mina. Enfermó de respirar el polvo que se levantaba en los bailes por los corrales en los que tocaba la flauta».

Historias de ayer, de hoy y de siempre que gracias a iniciativas como la de Los Pamplinas llegan a las generaciones presentes y músicos imprescindibles y mayoritariamente anónimos que se mantienen vivos en la memoria, como Adelino, de Peñalba de Santiago, que tocaba la flauta y el tambor y tocaba una llamada para el baile; o Socorro González, panderetera de Villar de Acero y Emilio Díaz que, en el mismo pueblo, tocaba la gaita y formó parte de Los Gutiérrez y Los Jilgueros. También Retundo, de San Andrés de las Puentes, que tocaba el tambor al que tenía adosado un platillo y la flauta con la nariz.

Orense, Zamora, Cáceres y, por supuesto, diferentes y múltiples poblaciones de la provincia de León han acogido en el último año la propuesta nueva, atrevida y versátil de Los Pamplinas, que trabajan en la preparación de su primer trabajo discográfico, que verá la luz antes del verano. Porque revalorizan lo viejo sin perder la perspectiva de los tiempos que corren y son conscientes de que las herramientas que ofrece el presente, como las redes sociales, resultan cruciales para acercar lo de antes —las formaciones tradicionales pequeñas que amenizaban los pasacalles, las alboradas, las dianas, las bodas y los bailes de las fiestas— a los de ahora.

«Queremos hacer recordar a los más mayores contárselo a los más jóvenes. Trabajamos para mostrar nuestrorepertorio tan atractivo como nos ha resultado a nosotros, porque tenemos mucho que cantar y tenemos mucho que contar. En las notas no está todo, ahí sólo va una parte. También está la vida de ese músico, dónde tocaba, por que tocaba, de quien lo aprendió y muchas costumbres y tradiciones que son un todo y que no se pueden entender por separado, separando la música del baile, de los quintos, de las bodas...», explica Bello.

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