La Bañeza

N o hay localidad alguna en la provincia que ponga más ganas a la hora de rendirle honores a Don Carnal que La Bañeza. Declarado de Interés Turístico Nacional, aquí el Carnaval no se disfruta sin más, se vive. Da igual si eres grande o pequeño, si vas en grupo, en pareja o solo. Todo sorprende, nada suena a repetido. Aquí las costumbres se van convirtiendo ya casi en leyendas que pasan de una generación a otra como la mejor de las tradiciones. Nadie es extraño, nadie sobra, todos los que vengan a aportar son bienvenidos en cualquier momento, pero más aún cada mes de febrero.

En La Bañeza, cuando los carnavales llaman a la puerta, se suele vivir un viernes tranquilo antes de que el sábado salten chispas. Luego el resto de días se suceden entre desfiles, charangas, fiesta en cualquier rincón y un triste entierro de la sardina que sin embargo no significa el final.

La maquinaria lleva días engrasándose, pero es hoy cuando empieza a funcionar. Es el día predilecto de las agrupaciones, su fiesta dentro de la fiesta. Los turistas aún no han llegado en masa, como sí ocurrirá durante el resto del fin de semana. La hostelería, por cierto, también aporta su grano de arena para hacer la estancia mucho más agradable. Hoy priman las rutas de taberna en taberna en busca de una redención más carnal que divina. El sábado, por su parte, le da protagonismo a la reina del Carnaval —aquí convertida en toda una musa—. Luego van desfilando una detrás de otra la cena de exaltación y la conocida como noche de chispas, todo un espectáculo musical con pasacalles, que alcanza su punto álgido en la Plaza Mayor. Pruebas, trampas y regalos darán los buenos días el domingo antes del primero de los tres desfiles y la actuación de París de Noia.

Para el lunes se reserva la Noche Bruja y el desfile de los niños. Es aquí donde cobra vida el Carnaval más espontáneo. Cientos de personas se lanzan a la calle hasta altas horas de la madrugada ataviados con sus mejores galas —hay quienes cambian de disfraz cada día— e incluso los que se muestran tal y como son. Todo es posible en esta noche mágica. Ya el martes comienza a atisbarse el final. Pero lo cierto es que restan aún unos cuantos capítulos. Es el día de la gran cabalgata, donde los grupos demuestran el empeño puesto a lo largo del año porque todo salga redondo. Llega la Cuaresma y con ella el entierro de la sardina, otro clásico de la localidad. Pero al sábado siguiente, para los nostálgicos, todavía aguarda el sábado piraña, última oportunidad de empaparse con el Carnaval bañezano.